US: Speech by High Representative/Vice-President Josep Borrell at the EP plenary on transatlantic relations after the US Presidential elections
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Opening remarks
Señora presidenta, señoras y señores diputados,
Permítanme que utilice el castellano para dirigirme a ustedes en esta sesión tan relevante como es el qué va a pasar en nuestras relaciones con Estados Unidos después de la elección del presidente [Donald J.] Trump. Una elección que no es fortuita, sino que demuestra una profunda transformación política y cultural en la sociedad americana.
[Demuestra] una nueva relación en realidad con la política, incluso una nueva relación con la verdad, porque la verdad parece que sea excesivamente maleable. Eso que ocurre en Estados Unidos no nos debería dejar indiferentes porque nuestras dos sociedades tienen [una] enorme porosidad, y enormes relaciones entre ellas. Lo que ha pasado en Estados Unidos tiene mucho que ver con las dinámicas sociopolíticas en el continente europeo.
Habría mucho que hablar de las razones de esta elección, pero ustedes no quieren tener un debate sociológico o sociopolítico sobre por qué los americanos han votado a alguien que ya conocen. No es la primera vez que le votan. Y, además, esta vez le han votado todavía más.
Ustedes quieren debatir – y creo que es muy pertinente – sobre de qué manera esto va a afectar al mundo, qué consecuencias geopolíticas va a tener. Puedo decirles que va a tener muchas consecuencias geopolíticas; que esta elección, esta decisión de los electores americanos, va a marcar el desarrollo del mundo tal como va a ser para nuestros nietos.
Los próximos diez años va a estar sin duda marcados por lo que va a hacer Trump y qué consecuencias va a tener, pero tampoco estamos aquí para especular. No es la primera vez que alguien promete algo para [después] ser elegido y luego no lo hace o incluso hace otra cosa. Por lo tanto, no me dedicaré a especular qué puede hacer el presidente Trump, pero sí a decirles que tenemos que estar preparados para lo que pueda ocurrir. Con serenidad, vigilantes, pero sin dar la impresión de que estamos paralizados, como un ciervo en la noche delante de los faros potentes de un coche con el que se encuentra en la carretera.
Tenemos que no demostrar que estamos atemorizados ni divididos – aunque en realidad seguramente lo estamos, porque el recibimiento que se ha hecho de la victoria del presidente Trump no ha sido el mismo en una capital que en otra.
En cualquier caso, esto tendrá profundas consecuencias también para nuestras relaciones bilaterales. Trump habla de imponer derechos de aduana de un 10% a todos los productos europeos. Si tal cosa ocurriera, ciertamente afectaría a nuestra competitividad.
Habla también de poner impuestos de aduanas del 60% a los productos chinos. Esto, en un mercado globalizado, también nos afectaría a nosotros porque los productos chinos que no irían a Estados Unidos podrían venir a Europa.
Habla también de expulsar masivamente a inmigrantes, lo cual, aparte de las cuestiones morales y humanas, tendría también un efecto inflacionario, lo cual aumentaría los tipos de interés como respuesta del Banco Central de Estados Unidos y eso tiene efectos geoeconómicos sobre todos nosotros.
Pero ustedes quieren hablar no de geoeconomía, sino de geopolítica. Y hablando de geopolítica, hay tres focos en los cuales deberían ustedes centrar su atención en este debate, que voy a seguir con mucho interés porque probablemente pueda ser el último para mí: la primera es sin duda lo que puede ocurrir en Ucrania; la segunda es el Oriente Medio; la tercera es la relación con China y Taiwán.
Las tres declinan sobre tres palabras clave: seguridad, comercio y tecnología. Y me voy a concentrar en la primera, en la seguridad, que es el núcleo de mi portfolio, de mis competencias - seguridad y defensa. Dentro de esta dinámica de seguridad permítame que concentre mi atención y la suya en Ucrania, porque acabo de volver de Kyiv.
Acabo de volver de Ucrania, donde he pasado tres días visitando centros de entrenamiento militar, visitando fortificaciones, visitando fábricas de drones, visitando los lugares donde Rusia ejerció su terror. He tenido conversaciones con todos los responsables ucranianos, con el presidente Zelenskyy, con sus mandos militares. Y, claro, cómo no, están preocupados por cuál puede ser la decisión que tome la próxima administración americana. Nos preguntan cuál será nuestra reacción cuando, probablemente [la nueva administración] – al menos eso es lo que ha dicho [Trump] en la campaña electoral – condicione su apoyo militar a Ucrania a partir de enero.
Creo que la respuesta europea, no puede ser otra, sino seguir manteniendo nuestros compromisos con ese país, con Ucrania, con su gente, y seguirles suministrando el apoyo que necesitan para a su vez seguirse defendiendo. Eso necesitará recursos. La relación entre la ayuda americana y la europea a Ucrania juega a nuestro favor. Ayudamos más a Ucrania – tomando en consideración todas las formas de ayuda – que los Estados Unidos. En la dimensión militar, Estados Unidos aporta aproximadamente un 25% más que nosotros, en términos militares un 25% más.
Sustituir a Estados Unidos representaría por tanto un esfuerzo financiero e industrial considerable, que obligaría a plantearnos de nuevo cuestiones que ya hemos debatido. [Por ejemplo,] qué hacer con los fondos congelados de Rusia, cuyos rendimientos hemos decidido tomar para ayudar a financiar la industria ucraniana de la defensa y que, sin embargo, no serían suficientes. Entraríamos de lleno en una cuestión nuclear, debatida y no resuelta, pero que se pondrá sobre la mesa seguramente: Cuál es: qué hacer, no con los rendimientos del capital, sino con el capital mismo.
La situación militar no es fácil, con altas bajas por los dos lados, pero debemos de evitar una solución diplomática que margine a Ucrania y que de paso nos margine a nosotros también. Un acuerdo entre [los] Estados Unidos de Trump y la Rusia de Putin – saltando por encima de Ucrania y de la Unión Europea para poner sobre la mesa un alto el fuego, que posponga para más tarde las discusiones políticas – es algo que Ucrania rechaza y que nosotros también debemos rechazar. Nada debería decidirse sin la participación y el acuerdo de Ucrania, que está pagando el precio más alto por esta guerra.
Por supuesto, hay que intentar acabarla cuanto antes, pero la manera en la que se acabe importa. How it ends matters. Quizás para algunos [it] doesn’t matter. Quizá para algunos basta con que se acabe sin saber cómo y con qué consecuencias, pero creo que a la Unión Europea no le puede dejar de importar. Es más, le importa mucho la manera en que sabe, que no puede ser sino de una manera justa y sostenible.
Eso me lleva a otra consideración, y aprovecho estas circunstancias para decirlo. La elección de Trump debe servir para que tomemos clara conciencia de la necesidad de reforzar nuestra seguridad, de tomar en mano nuestro destino, como se suele decir ahora. Pero es lo mismo que se dijo en el año 2017, cuando [fue] la primera elección de Trump. Las mismas palabras: “hemos de tomar en mano nuestro destino”, decía la canciller [alemana Angela] Merkel, hace 10 o 7 años.
Decimos lo mismo hoy, pero ¿qué ha pasado en estos 7 años? Por ejemplo, el gasto militar de Alemania era el 1,15% del PIB y era hace poco el 1,3% del PIB; [ha pasado] del 1,15% al 1,3%. ¿No se puede decir que eso sea tomar en mano nuestro destino, verdad? Ahora volvemos a decir lo mismo y espero que esta vez sea cierto.
Déjenme que les diga algo, la Unión Europea no es una Unión económica, o no es solo una Unión económica. Desde luego, no se trata de decir que en un lado está la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para asegurar la seguridad, y en el otro lado está la Unión Europea para ocuparse de los temas económicos. No.
Desde [el Tratado de] Maastricht, la Unión Europea tiene la voluntad y la ambición de desarrollar la política común de seguridad y defensa. La Unión tiene responsabilidades militares, que no se acaban en la producción de armas para los ejércitos de la OTAN. Eso sería una clara regresión con lo que hemos hecho durante estos últimos cinco años con el Strategic Compass y [con] todo lo que hemos puesto en marcha para asegurar que la Unión Europea tenga también un papel militar.
No incompatible con la OTAN; no alternativo, pero complementario. ‘Pero complementario’ no quiere decir que no exista. Claro que existe. No, es cierto que por un lado se ocupe de la seguridad la OTAN y en el otro lugar los europeos nos ocupamos de producir municiones. Tenemos un Strategic Compass, aprobado por todos los países [miembros], que debe ser seguido, aplicado y desarrollado en el siguiente mandato.
La situación en Oriente Medio también cambiará. Seguramente esta [nueva] administración americana no pondrá el mismo peso que ha puesto la del presidente [Joe] Biden y mi amigo [el secretario de Estado, Antony] Blinken para intentar encontrar un alto el fuego. Seguramente habrá más permisividad con respecto a las tendencias expansionistas del Gobierno de Netanyahu, menos seguridad para los palestinos.
Sobre China, veremos, para empezar, problemas comerciales, y seguramente una actitud más beligerante en lo que se refiere a las grandes cuestiones tecnológicas y comerciales, pero no quiero alargarme más. Les agradezco mucho su atención.
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Closing remarks
Gracias, señora presidenta, gracias señoras y señores diputados por este conjunto de puntos de vista.
He escuchado con atención este largo debate con un número muy elevado [de participantes], más de 50 intervenciones – que creo que solamente usted y yo, señora presidenta, hemos escuchado todas por razones de nuestro cargo. Evidentemente no creo que haya ningún otro diputado que haya tenido a bien seguir el debate más allá de su propia intervención.
Eso no le quita valor a un debate que tengo el honor de clausurar y desde luego, benevolencia; concédame un par de minutos más porque esta será seguramente mi última intervención en el Pleno.
Hablamos de Estados Unidos, pero no son los mismos Estados Unidos con [el presidente de los Estados Unidos, Donald J.] Trump que con [el ex presidente de los Estados Unidos, Barack] Obama. Hablamos de España, pero no es la misma España con Franco que con [el ex primer ministro de España, Felipe] González.
Hablamos de Israel, pero no es el mismo Israel con [el primer ministro de Israel, Banjamin] Netanyahu [que] con [el ex primer ministro de Israel, Shimon] Pérez. Son los mismos Estados, pero con distintos gobiernos.
Haríamos bien en hablar de los gobiernos, que a fin de cuentas, es verdad, en algunos casos – solo en algunos casos – representan la voluntad de sus ciudadanos. Y este, desde luego, es el caso de Estados Unidos. No era la España de Franco, pero es sin duda, los Estados Unidos de Trump.
Los Estados Unidos han escogido. Han escogido con conocimiento de causa porque ya lo escogieron una vez. Lo han vuelto a escoger y nosotros tenemos que hacer frente a una situación que no es el fin del mundo, ciertamente no, pero es el principio de un mundo distinto del que hubiera podido ser, si los americanos hubiesen hecho otra elección.
No sabemos cómo va a actuar el presidente Trump, pero podemos aventurar que no va a aumentar la ayuda militar a Ucrania, ¿verdad? Más bien las va a disminuir.
¿Podemos razonablemente pensar que la va a disminuir o incluso reducir drásticamente? Parece más razonable [pensar que sí,] que lo contrario. Eso nos coloca en una posición donde tenemos que asumir una responsabilidad que hemos proclamado de ayudar a un país a defenderse del agresor.
Ya sé que en eso hay distintos puntos de vista, pero la historia nos juzgará por saber si hemos ayudado a Ucrania a defenderse o si la hemos dejado caer. ¿Podemos pensar que Trump va a evitar la colonización del West Bank? Más bien no, más bien la va a impulsar. ¿Podemos pensar que va a intentar contener la reacción brutal y desproporcionada contra los palestinos? No, no podemos pensarlo, más bien lo contrario.
¿Podemos pensar que va a facilitar que la mentira no se utilice como argumento electoral? Más bien no, a juzgar por la experiencia. ¿Podemos esperar que va a luchar un cambio climático? Más bien no, ¿verdad? Mas bien al contrario, va como alguno de ustedes ha dicho pensar que es un puro problema ideológico. ¿Podemos pensar que vaya a asegurar la seguridad de los europeos? [It is still a] question mark. ¿Pueden ustedes poner la mano en el fuego para asegurar que la seguridad de los europeos va a estar garantizada a través de la OTAN con un presidente como Trump? ¿Pueden ustedes pensar que va a garantizar la libertad a los ucranianos o más bien que se va a sentar a cenar con Putin, con Ucrania en el menú? Que más bien va a ser así.
Pues todo eso es lo que hay que tener en cuenta. Este debate ha sido muy interesante, todos ustedes han pedido acción, ¿pero de qué acción hablan? Seguramente no la misma. En algunos casos, estoy de acuerdo la acción que piden. En otros casos más bien no.
Yo creo que la acción que yo quisiera que se siguiera desarrollando es la misma que hemos empezado [hace] unos años. Ir más aprisa, por ejemplo, en la aplicación del Strategic Compass, que nos permite a los europeos dotarnos de capacidades de defensa autónomas.
Eso no quiere decir que la OTAN no sea la última garantía de nuestra seguridad. Siempre cuando el presidente de Estados Unidos quiera que lo sea, y está por ver. [No quiere decir] que [no] sigamos trabajando para aumentar las capacidades militares, porque Europa no es solo una unión económica, es una Unión política que tiene responsabilidades en su defensa también.
No es solo producir armas y municiones – [lo es] también, pero no solo eso. No podemos subcontratar nuestra seguridad indefinidamente. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad histórica y estratégica.
Eso creo que es lo que tienen que hacer los europeos frente al interrogante que representa el presidente Trump, que en algunos casos no es un interrogante. Algunos de ustedes, les parece excelente lo que propone, a otros les preocupa. Yo me sitúo entre aquellos a los que les preocupa.
Les preocupa una guerra comercial desmedida, les preocupa la expulsión de decenas de miles de migrantes, les preocupa el abandono de Ucrania. Les preocupa que se sigan sacrificando los derechos de los palestinos, les preocupa que entremos en un conflicto que desestabilice el mundo.
No es el fin del mundo, es el principio de un mundo diferente. Sí, los americanos han hecho su elección y nosotros tenemos que responder a ella, sabiendo que nuestra relación con Estados Unidos, con el pueblo, la economía americana es muy grande. Millones de puestos de trabajo en Europa dependen de la relación comercial con Estados Unidos. Nuestra prosperidad está vinculada a la suya y la lucha por la libertad y la democracia también.
Por eso, señoras y señores diputados, les agradezco haber podido participar en este debate. Les agradezco la atención – y las críticas – que he recibido durante los últimos 5 años y les deseo que sigan trabajando por una Europa más unida, más fuerte, capaz de hacer frente a los desafíos del mundo.
Muchas gracias.
Link to video: https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-263628