UE-CELAC: Intervención del Alto Representante Josep Borrell en la reunión ministerial
¡Solo es auténtico el texto pronunciado!
Su Excelencia, Señor Presidente de la República Argentina [Alberto Fernández], estimado ministro de Relaciones Exteriores de Argentina [Santiago Cafiero], queridos colegas, embajadores, representantes de organismos internacionales y amigos.
En primer lugar, permítanme agradecer al anfitrión de esta reunión ministerial, mi querido amigo Santiago Cafiero, por su hospitalidad. Y a usted señor presidente de la Republica por la extraordinaria cordialidad con que su país nos recibe. Me alegra, me alegra profundamente ver a tantos representantes de América Latina y del Caribe junto con la Unión Europea alrededor de esta mesa.
Juntos somos 60 países del mundo y creo que tenemos por delante una enorme tarea. Ojalá que este sea el punto de inicio de un impulso renovado para acometerla.
No quiero insistir en cuán profundos son los lazos que nos unen. Al contrario, quisiera poner el énfasis en las tareas que tenemos por delante en un mundo que ha sufrido dos grandes choques.
Primero, la pandemia, que ha provocado enormes turbulencias. En términos de vidas perdidas, de horas lectivas perdidas en escuelas cerradas, en crecimiento económico perdido. Desgraciadamente, América Latina ha sido una de las regiones más afectadas. Podemos, también, desgraciadamente hablar de que esa década, también ha sido una década perdida en términos de crecimiento.
Y justo cuando estábamos asistiendo al repunte económico, ha aparecido una guerra en nuestras fronteras, una guerra de agresión de Rusia contra Ucrania que ha significado para el mundo – no solo para Ucrania – un golpe devastador.
A la crisis humanitaria, al sufrimiento humano que toda guerra lleva consigo, se han sumado crisis alimentarias y energéticas que pueden convertirse en crisis financieras que afectarán a la economía mundial y a millones de personas en el mundo. Esta guerra no es solo un ataque sin precedentes al orden internacional basado en normas y a la Carta de las Naciones Unidas que hemos creado y defendido juntos; es también, para el mundo entero, una dificultad añadida a las muchas que ya teníamos.
Los europeos no somos beligerantes en esta guerra, pero hemos creído y creemos que teníamos la obligación de apoyar a Ucrania, defender su integridad y supervivencia como país. Es lo que estamos haciendo.
Las consecuencias de esta crisis se van a sentir en todos los rincones del planeta. El crecimiento se va a desacelerar y ya lo estamos viendo: las presiones inflacionistas van a traer consigo más turbulencias económicas. Aquí, en América Latina y el Caribe, han visto como el repunte económico con la expansión en el 2021 ha disminuido y ahora estamos ya con previsiones inferiores al 2% para el próximo año.
Tampoco para Europa las perspectivas son muy buenas desde el punto de vista económico y financiero. Sé, porque lo he hablado con muchos de ustedes y con otros países de África y de Asia, que el mundo se enfrenta a una escasez de fertilizantes y a precios del gas, del petróleo y de los alimentos que se disparan. Es la consecuencia de la guerra, no de las sanciones que Europa y otros países del mundo han impuesto contra Rusia.
Mucho me temo que nos dirigimos hacia una recesión global y que conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030 será más difícil de lo que ya lo era. Que nuestras sociedades democráticas e inclusivas se están viendo amenazadas tanto desde el interior como desde el exterior. Y que la emergencia climática no hace más que empeorar.
No quiero parecer como Casandra que vaticina desgracias pero, por desgracia, el panorama hay que describirlo como es. Para hacerle frente, creo que debemos coordinarnos y apoyarnos mutuamente. Porque juntos seremos más capaces de hacer frente a los problemas que tenemos. Esta es la historia de esta reunión: la voluntad de que dos regiones del mundo, tan próximos, sean capaces de andar el futuro con el mismo objetivo y con la misma marcha.
El objetivo de este encuentro es renovar nuestra asociación birregional y ponerla al servicio de la paz en el mundo y de un desarrollo sostenible, esperando que en el próximo segundo semestre del año que viene se pueda celebrar una cumbre entre la Unión Europea y los países de América Latina y el Caribe para reforzar este proceso.
Señor presidente, permítame una breve pincelada sobre qué es lo que creo que debemos hacer. Seamos prácticos y concretos. Creo que hemos de trabajar en cuatro líneas.
La primera es intensificar el diálogo político al más alto nivel. Por eso, esa cumbre debe ser un objetivo. Diálogo político al nivel de jefes de Estado y de gobierno - hace demasiado tiempo que eso no tiene lugar.
La segunda línea de acción es modernizar y culminar la red de acuerdos comerciales y de asociación que ya tenemos. Tenemos acuerdos con 27 de los 33 países de la región. Algunos de los acuerdos son tan viejos que nos hemos olvidado de su existencia, y otros no acaban de llegar. La Unión Europea es el primer inversor en esta región: nos acercamos ya a un stock acumulado de 800,000 millones de euros, vamos hacia el trillón.
Cuando yo digo que la Unión Europea, sus empresas han invertido en América Latina más que en China, en Japón, en Rusia y en la India juntos, sé que se me mira con escepticismo diciendo “debe haber algún error en su estadística”. No, no lo hay: hemos invertido en la economía de América Latina más que en esas otras partes del mundo que pasan por ser los objetivos y destinos prioritarios de la inversión extranjera.
Somos el tercer socio comercial: sí, China nos ha pasado por delante – les compra más, sí - pero nosotros seguimos siendo los grandes proveedores de capital y de tecnología. Tampoco somos despreciables desde el punto de vista comercial porque el valor de nuestro comercio el año pasado superó los 200.000 millones y aumentó un 22% con respecto al anterior.
Hemos de reforzar nuestro compromiso con los acuerdos de París, hemos de apoyar la integración regional de América Latina - una de las regiones menos integradas del mundo con solo un 15% del total de su comercio entre los latinoamericanos mismos. Nosotros somos una región abierta e integrada. Y América Latina es todavía muy cerrada y poco integrada. Tiene, pues, que haber complementariedades entre nosotros. Hemos de trabajar honestamente para ver qué dificultades hay para que podamos avanzar en el gran acuerdo pendiente que es Mercosur, y espero que los que ya existían desde hace más de 20 años - México y Chile - pueden llegar a ser modernizados próximamente.
La tercera cosa que hemos de hacer es buscar líneas de alianza en torno a las prioridades que compartimos. Las prioridades que compartimos están claras: hemos de no perder el tren de la revolución digital, hemos de avanzar en el desarrollo económico, hemos de crear sociedades cohesionadas – luchando contra la desigualdad, como ha dicho el canciller [Santiago Cafiero] – y hemos de hacer frente al cambio climático.
Sí, para eso ya tenemos un cable, una gran autopista de datos, el cable BELLA que nos une. Queremos poner en marcha en la región el programa de inversión en infraestructuras que de músculo a nuestra capacidad financiera e inversora. Queremos ver cómo su energía renovable nos llega y como sus hidrocarburos pueden hacer el puente entre la época del carbón y la época de la energía renovable y verde.
Queremos avanzar en la alianza digital para que la transformación digital no deje a nadie atrás. Hay 230 millones de jóvenes a ambos lados del Atlántico: hay que abrirles las puertas de Erasmus+ para que frecuenten nuestras universidades. Saben que la mitad de los estudiantes universitarios de Latinoamérica, la mitad de los que estudian fuera lo hacen en Europa – solo el 20% lo hace en Estados Unidos.
La cuarta línea de acción, señor presidente, es quizá la más importante que es colaborar en la promoción de la paz, de la democracia y de los derechos humanos. En este nuevo contexto geopolítico hace falta más que nunca que nos aliemos para conseguir esos tres objetivos.
También en los ámbitos de la seguridad interior y exterior existen intereses y retos compartidos, como ya venimos haciendo con el programa EL PAcCTO para luchar juntos contra el crimen transnacional organizado. Hay que defender el multilateralismo y un buen ejemplo ha sido la reacción prácticamente unánime de los estados latinoamericanos y caribeños en dos importantes votaciones en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas donde la práctica totalidad de la comunidad internacional expresó su rechazo a la agresión rusa en Ucrania. Sí, esas tres palabras son clave para nuestra alianza: la paz, la democracia y los derechos humanos.
Muchas gracias, señoras y señores cancilleres. Muchas gracias, Excelentísimo Señor Presidente de la República Argentina por la atención y la hospitalidad que nos brindan.
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