La educación no debe ser víctima de la COVID-19
«La pandemia pone en peligro los avances realizados en el acceso a la educación. La UE seguirá estando a la vanguardia del apoyo mundial a la educación, que es la base de la igualdad y la libertad».
Siempre he creído que la educación es la base de la igualdad y la libertad, y la mejor herramienta para el ascenso social. Por ello, estoy profundamente convencido de que la cuestión de la educación en tiempos de la COVID-19 es fundamental para el futuro de todos nosotros, tanto en los países desarrollados, como en los emergentes y en los países en desarrollo. Por esta razón me ha parecido importante participar en este acto de llamada de auxilio en favor de la educación, organizado con ocasión de la Asamblea General anual de las Naciones Unidas.
Durante los confinamientos de la COVID-19 en el primer semestre de este año, los centros escolares estuvieron cerrados para más del 90 % de la población estudiantil mundial , dejando al menos a un tercio de los niños completamente excluidos de su educación. Hoy en día, cientos de millones de estudiantes siguen viéndose afectados por los cierres de centros escolares. Las repercusiones en su educación, protección y bienestar son considerables.
«La pandemia ha puesto de manifiesto profundas desigualdades en el acceso a la educación y a la conectividad digital, y las ha exacerbado».
La pandemia ha puesto de manifiesto y ha exacerbado las profundas desigualdades en el acceso a la educación, el aprendizaje de calidad y, sobre todo, la conectividad digital. Esto es cierto en los países desarrollados, donde el cierre de centros escolares y universidades ha puesto de relieve la persistencia de la brecha digital entre aquellos que pueden permitirse ordenadores y un acceso rápido a internet para todos los miembros de la familia y aquellos que solo tienen teléfonos inteligentes o no tienen acceso alguno. Entre los que viven en casas grandes con jardín y los que viven en pisos pequeños.
«La pandemia podría poner en entredicho una de las tendencias más positivas registradas en los últimos cincuenta años: los grandes avances realizados en materia de acceso a la educación».
Pero, obviamente, estas desigualdades son aún más importantes en los países en desarrollo. Si estas dificultades persisten, corre peligro el futuro de toda una generación. Quedaría así en entredicho una de las tendencias más positivas registradas en los últimos cincuenta años: los grandes avances realizados en materia de acceso a la educación.
Según datos del Banco Mundial, en 1970 el 68 % de los niños de los países de renta media o baja acudían a la escuela primaria, porcentaje que alcanzó el 89 % en 2018. Es sorprendente que la diferencia en las tasas de escolarización entre niñas y niños, que en 1970 era de dieciocho puntos porcentuales en estos países, sea hoy en día de solo tres puntos. Además, esta diferencia es nula en el nivel secundario y lo contrario es cierto en la enseñanza superior (Tertiary, en el gráfico): en la actualidad hay más mujeres que hombres en las universidades de los países de renta media o baja.
Todos los economistas coinciden en señalar que un aumento del nivel educativo constituye una condición previa necesaria, aunque no suficiente, para el despegue económico de los países. No obstante, persisten muchos desafíos: las condiciones de enseñanza son a menudo difíciles y la calidad de la enseñanza insuficiente. Ya antes de la COVID-19, más de la mitad de los niños de 10 años de los países de renta baja o media no eran capaces de leer una historia sencilla. Y millones de adolescentes no están adquiriendo las capacidades transferibles, digitales y empresariales que los prepararían para el futuro. También observamos en muchos países un preocupante aumento del desempleo entre los jóvenes titulados.
«Lo que se ha logrado en la educación en los últimos cincuenta años ha contribuido enormemente a reducir las desigualdades de género en todo el mundo».
Además, la educación generalizada favorece el establecimiento de sociedades democráticas que respetan los derechos humanos, preparando a las personas para ejercer una ciudadanía ilustrada. Permite, en particular, a las sociedades avanzar hacia el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Lo que se ha logrado en el ámbito de la educación en los últimos cincuenta años ya ha contribuido enormemente a reducir las desigualdades de género en todo el mundo, aunque queda mucho por hacer y no solo en los países en desarrollo.
Avances de la educación en peligro
Sin embargo, todo esto corre peligro si no se da prioridad a la educación en los planes de reapertura de las economías. Cuando los niños no pueden acceder a la educación corren un mayor riesgo de explotación, violencia, abusos y abandono. Los niños de familias con problemas se enfrentan a este por partida doble: perder los contenidos educativos y perder la seguridad que ofrece la escuela. Y las niñas corren un mayor riesgo de contraer matrimonio forzado y de quedarse embarazadas en la adolescencia.
Como siempre, son los más vulnerables los que pagan el precio más alto: los que viven en la pobreza o en zonas de conflicto, los que pertenecen a grupos étnicos minoritarios, los que presentan discapacidades, los desplazados internos o los niños refugiados. Mientras los centros escolares permanecen cerrados, se ven más afectados por la privación y se quedan más rezagados de sus compañeros.
Según datos recientes, otros 150 millones de niños podrían caer en la pobreza debido a la COVID-19. En julio, el Banco Mundial estimó que se había producido una pérdida de 10 billones de dólares en ingresos mundiales debido al tiempo de escolarización que los niños ya habían perdido, lo que pone de relieve que las pérdidas económicas se extenderán mucho más allá de las propias familias.
«Los gobiernos de todo el mundo deben dar la prioridad a sus niños a la hora de decidir sobre la reapertura y la financiación».
Los gobiernos de todo el mundo deben dar la prioridad a los niños, que son los futuros beneficiarios de toda sociedad, a la hora de decidir sobre la reapertura y la financiación de la educación. Ayudar a popularizar esta idea era el objetivo del acto organizado con UNICEF.
La Unión Europea a la vanguardia del apoyo a la educación en todo el mundo
La Unión Europea ha estado y seguirá estando a la vanguardia del apoyo a la educación en todo el mundo. También es el principal donante internacional en lo que respecta al apoyo a los niños. A través de los 36 000 millones EUR de la iniciativa Equipo Europa, la UE y sus Estados miembros están apoyando a nuestros socios externos en la lucha contra la COVID-19 y sus consecuencias socioeconómicas. Una parte significativa de este esfuerzo se destina a los niños y a los centros escolares. En nuestra próxima Estrategia Global sobre los Derechos del Niño y la Garantía Infantil, también tenemos intención de reforzar nuestro apoyo a la educación digital y la protección de los niños más vulnerables.
Prestaré mucha atención a garantizar que todas las políticas exteriores de la UE sigan concediendo una alta prioridad a la educación y que contribuyamos a garantizar que todos los niños tengan un comienzo igual en la vida, incluso en tiempos tan difíciles como los de la COVID-19.
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