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Industria europea de defensa: Es hora de dar un salto adelante

Por Josep Borrell Fontelles, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión Europea, y Thierry Breton, Comisario de Mercado Interior responsable de la Industria Europea de Defensa

La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania pone en peligro la seguridad de la UE. Con la guerra a las puertas, Estados Unidos profundamente dividido sobre su continuo apoyo a Ucrania y peligrosas tensiones en aumento en Oriente Medio y muchas otras regiones, es hora de que Europa tome su seguridad en sus propias manos para proteger a sus ciudadanos y disuadir a sus adversarios.

Ya hemos empezado a invertir la política de "dividendos de la paz" -el planteamiento de reducir el gasto en defensa y la producción industrial asociada- que ha prevalecido durante mucho tiempo tras el final de la Guerra Fría. Desde 2022, este cambio de mentalidad se ha materializado con la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN, la entrada de Dinamarca en la cooperación europea en materia de defensa y las decisiones de los Estados miembros de la UE de invertir masivamente en defensa y apoyar militarmente a Ucrania con 28.000 millones de euros desde el inicio de la guerra y otros 21.000 millones anunciados para 2024. La UE está utilizando instrumentos como el Fondo Europeo para la Paz de forma innovadora para financiar la transferencia de armas a Ucrania y acabamos de acordar añadir 5.000 millones de euros a este Fondo. También hemos movilizado el presupuesto de la UE de forma sin precedentes para apoyar la adquisición conjunta y la inversión en la producción de municiones.

Pero tenemos que hacer mucho más, pasar del modo de emergencia a un planteamiento estructural a largo plazo. Debemos producir e invertir más en defensa, más rápido y juntos como europeos. Construir una Unión de Defensa creíble será un gran proyecto europeo para la próxima década.

No estamos hablando de crear un ejército europeo. Lo que necesitamos -y lo que queremos conseguir en los próximos años- es una cooperación más estrecha entre nuestros ejércitos nacionales y una industria de defensa más fuerte en Europa. Esto ayudará también a construir un pilar europeo eficaz en la OTAN. Debemos construir una Europa de la defensa que nos permita actuar junto a nuestros aliados cuando sea posible, pero también de forma independiente cuando sea necesario.

En el contexto geopolítico actual, no tenemos otra opción: tenemos que estar "preparados para la defensa". No porque la UE deba hacer la guerra sino, al contrario, para disuadir a nuestros agresores potenciales con la certeza de que nuestra industria estará preparada para mantener los esfuerzos a largo plazo. Ese es el sentido de la Estrategia industrial europea de defensa que presentamos el 5 de marzo y que debatirán los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE esta misma semana.

Estar "preparados para la defensa

La disponibilidad de equipos de defensa, en tiempo y forma, se ha convertido en un problema de seguridad crítico. En los dos últimos años, el 78% de los equipos de defensa adquiridos por los Estados miembros de la UE se adquirieron fuera de la UE. Como en tantos otros ámbitos (materias primas, tecnologías limpias), en un mundo de crecientes tensiones geopolíticas debemos reducir las excesivas dependencias de Europa. No debemos dar por sentado que los fabricantes de material de defensa extranjeros estarán siempre dispuestos a vendernos equipos en el momento, al precio y al ritmo que necesitemos.

Tenemos que aumentar las capacidades de producción industrial de Europa, reponer las existencias de nuestros Estados miembros, estructurar ecosistemas industriales de defensa europeos resistentes y asegurar sus cadenas de suministro en toda Europa.

Ya lo hemos hecho en el caso de las municiones: el sistema de producción europeo puede producir hoy más de un millón de municiones de artillería al año y, con el apoyo de la nueva Ley de Apoyo a la Producción de Municiones (ASAP), alcanzaremos una capacidad de producción de 2 millones en 2025.

Sin embargo, también debemos abarcar el panorama más amplio de las capacidades de defensa. Tenemos que invertir en capacidades europeas de defensa cibernética y antiaérea, vigilar las amenazas procedentes del espacio, proteger mejor nuestras zonas marítimas: los dominios que ninguno de nuestros Estados miembros puede conseguir asegurar por sí solo. Pero todo ello presupone la disponibilidad de equipos de defensa europeos.

Urgencia y concentración.

Europa necesita una política industrial de defensa que sustente su estrategia de seguridad para ahora y para el futuro, sin tener que aguantar la respiración cada cuatro años esperando los resultados de las elecciones entre nuestros aliados.

Con urgencia y concentración. Más allá de eslóganes y acciones a corto plazo, necesitamos aumentar sustancialmente nuestra inversión colectiva a largo plazo. Sin tabúes.

Por lo tanto, necesitamos mejorar el acceso de nuestra industria europea de defensa a la financiación de fuentes privadas y públicas. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) puede ser un motor clave en este sentido, si adapta en consecuencia sus políticas de préstamo.

En segundo lugar, necesitamos un plan global de inversión colectiva. Fuimos capaces de reaccionar rápida y decisivamente como europeos ante la crisis existencial del COVID movilizando conjuntamente 750.000 millones de euros para la recuperación y la resiliencia de Europa. En un momento en que nuestra propia seguridad está amenazada, necesitamos un plan de financiación a largo plazo, previsible y creíble para invertir en nuestras capacidades de defensa y en nuestra industria de defensa, incluido, si es necesario, un empréstito común, como han propuesto varios Jefes de Estado y de Gobierno.

Una cosa es segura. Como ocurre con todos los demás grandes retos -cambio climático, pandemias, migraciones, energía...-, confiar únicamente en las soluciones nacionales no puede ser suficiente. Es hora de pensar, invertir y actuar como europeos. Confiamos en que los Estados miembros de la UE muestren voluntad política y acepten aportar los recursos necesarios para dar el audaz salto adelante que hace falta para tomar las riendas de nuestro propio destino en materia de industria de defensa.