Hacia un mundo sin armas químicas
Las armas químicas causaron la muerte a más de 100 000 personas y lesiones a más de un millón durante la Primera Guerra Mundial. Hoy en día, un siglo después, el 98 % de todos los arsenales declarados de armas químicas han sido destruidos con arreglo al régimen de verificación de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), órgano encargado de aplicar la Convención sobre las Armas Químicas, que entró en vigor el 29 de abril de 1997. Sin embargo, estas armas de destrucción masiva no han dejado de utilizarse ni en los campos de batalla ni en otros lugares. En este Día de Conmemoración de Todas las Víctimas de la Guerra Química, la UE reitera su rotundo apoyo a la OPAQ, con vistas a materializar la visión de un mundo sin armas químicas, y reafirma su adhesión a la lucha contra la impunidad por el empleo de estas armas.
«Las armas químicas siguen siendo una grave amenaza a la paz y la seguridad internacionales», ha afirmado el alto representante y vicepresidente Josep Borrell en un comunicado emitido para conmemorar esta fecha. «Estas armas abyectas se han usado en Siria y han causado centenares de víctimas, entre ellas niños. En agosto del año pasado se utilizó el agente neurotóxico novichok en el intento de asesinato del político ruso de la oposición Alexei Navalny, cometido en el territorio de la Federación de Rusia. También se han empleado en el Reino Unido, Malasia e Irak».
La Convención sobre las Armas Químicas, en vigor desde 1997, está resuelta, «en bien de toda la humanidad, a excluir completamente la posibilidad de que se empleen armas químicas». En su 20.º periodo de sesiones (celebrado en 2015), la Conferencia de los Estados Partes en la Convención sobre las Armas Químicas decidió instaurar el 30 de noviembre como Día de Conmemoración de Todas las Víctimas de la Guerra Química.
En su calidad de órgano encargado de aplicar la Convención, la OPAQ, que está compuesta por 193 Estados miembros, supervisa el esfuerzo mundial por erradicar las armas químicas de forma permanente. Por su parte, la Convención es, hasta la fecha, el tratado de desarme más eficaz, pues pretende erradicar una categoría completa de armas de destrucción masiva. Por sus denodados esfuerzos en la eliminación de las armas químicas, la OPAQ recibió en 2013 el Premio Nobel de la Paz.