Guerra de Rusia contra Ucrania: ¿en qué punto estamos y qué puede depararnos el futuro?
«Pese a los errores de cálculo rusos y la respuesta mundial, la guerra contra Ucrania continúa. Este conflicto es una guerra que el presidente Putin ha elegido, y es él quien debe ponerle fin».
Desde el inicio de esta guerra, el 24 de febrero, cuatro presuposiciones rusas han resultado ser claramente erróneas: que el Gobierno ucraniano se desmoronaría y las fuerzas rusas tomarían rápidamente Kiev y otras ciudades ucranianas; que la Unión Europea no conseguiría mantenerse determinada y responder a la agresión; que el «mundo occidental» se mostraría dividido y confuso en su reacción, y que la comunidad internacional en general no condenaría la invasión rusa.
Un hito en la consolidación de Ucrania como nación soberana
En cambio, el Gobierno ucraniano ha juntado a toda la nación en la lucha contra la invasión y organizado una fiera resistencia que ha creado considerables dificultades y frenado la ofensiva de las tropas rusas. En contra de lo que acaso esperaba el presidente Putin, esta guerra supondrá un hito en la consolidación de Ucrania como nación soberana y en la reafirmación de su identidad, distinta de la rusa. Tal fue la clara sensación que tuve al reunirme con el presidente Zelenski y los líderes ucranianos en Kiev.
La Unión Europea reaccionó con rapidez y firmeza en apoyo del Gobierno ucraniano. Adoptó las sanciones más severas jamás aplicadas y sigue ampliando su alcance y su profundidad a medida que prosigue la guerra. La Unión pone a disposición de Ucrania una amplia ayuda financiera y humanitaria y contribuye a la financiación del material militar facilitado por los Estados miembros. Estos han acogido hasta la fecha a cerca de cinco millones de refugiados y mantendrán sus fronteras abiertas a cuantas personas huyan del conflicto. Estamos aumentando nuestra resiliencia y abandonando nuestra dependencia energética a un ritmo mucho más rápido de lo que cualquiera podía prever. La UE se ha reforzado en la escena internacional, y cabe incluso hablar del nacimiento de la Unión geopolítica.
«La UE se ha reforzado en la escena internacional, y cabe incluso hablar del nacimiento de la Unión geopolítica.»
La Unión, junto con los Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Japón y otros socios y aliados afines, se ha erigido en líder de la defensa internacional de Ucrania. La respuesta se coordinó desde el primer día e incluso antes, ya que la inteligencia se compartió de una forma que no tenía precedentes para garantizar los conocimientos y la preparación necesarios. Para desalentar de la invasión rusa, enviamos abundantes señales de cuál sería nuestra respuesta, y respondimos en lo sustancial a las demandas de seguridad rusas esperando que se produjera una verdadera negociación. Al tranquilizar a los aliados más próximos mediante despliegues preventivos, la reacción prudente, pero firme, de la OTAN transmite un mensaje claro: la Alianza no vacilará en defenderse, pero no alberga intención ofensiva alguna con respecto a Rusia.
Por último, la comunidad internacional —hasta la fecha, tres veces a través de la Asamblea General de las Naciones Unidas— ha enviado mensajes claros en los que rechaza una invasión contraria a los principios fundamentales de la coexistencia internacional, plasmados en la propia Carta de las Naciones Unidas: igualdad soberana de los Estados, solución pacífica de los conflictos y prohibición del uso de la fuerza en las relaciones internacionales. La mayoría de los Estados de todas las regiones del mundo saben que lo que está en juego, fundamentalmente, es la protección de los Estados más débiles frente a los más poderosos, que podrían cebarse en ellos. Son principios fundamentales de nuestro orden internacional que el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, subrayará sin duda esta semana en su visita a Rusia y Ucrania.
«Defender a Ucrania de la invasión rusa es rechazar la ley de la jungla, la ley del más fuerte».
Defender a Ucrania de la invasión rusa es rechazar la ley de la jungla, la ley del más fuerte. Ser «neutral» en este caso es una falsedad. Un país ha invadido a otro. Ponerlos en el mismo plano es no distinguir entre agresor y agredido. Esta «neutralidad» puede obedecer, claro está, a diversas motivaciones, desde un alineamiento solapado hasta el miedo a represalias, pero en la práctica se traduce en el respaldo a Rusia y a su guerra de agresión.
Una guerra elegida
El conflicto actual no es resultado de siglos de odio: es una guerra elegida. Es decisión de un hombre: el presidente Putin. Se basa en su propia interpretación de la historia, que nada tiene que ver con las realidades del siglo XXI. Pero si la guerra empezó con una decisión personal, podría acabar de la misma manera. La cuestión es cuándo aceptará el presidente ruso que persistir en la vía militar que ha elegido traerá consigo más perjuicios que beneficios a su país y a su propia figura política.
Hay tres factores que deben tenerse en cuenta: el impacto de la guerra en la población rusa, el futuro decurso de la guerra y la presión de la comunidad internacional. Hasta ahora, las encuestas en Rusia indican un apoyo significativo a la guerra o, más bien, a la «operación militar especial», en palabras de los dirigentes rusos. Pero es un apoyo que se basa en información falsa. Si la población rusa supiera lo que está ocurriendo, no apoyaría este terrible conflicto.
En las últimas semanas, la Duma ha aprobado un número impresionante de leyes que socavan toda posible libertad de informar u opinar sobre la guerra e imponen severas sanciones a quienes no acepten la versión oficial de los hechos. En varias ciudades rusas se han reprimido las manifestaciones contra la guerra, y los medios de comunicación libres que aún existen han quedado por completo silenciados. Las autoridades siguen propalando un falso discurso de desnazificación junto con alusiones a vagas amenazas contra la seguridad rusa. Las atrocidades cometidas en Ucrania por las fuerzas rusas se atribuyen sin pudor alguno a los ucranianos.
«Aunque al principio las sanciones impuestas por la UE y otros puedan contribuir a crear una mentalidad de búnker, un día la realidad de los hechos se hará clara a ojos de los ciudadanos rusos».
Llegará el momento en que este cúmulo de mentiras y falsedades se vuelva contra sus autores. En muchos aspectos, la sociedad rusa está pagando un alto precio por esta guerra, y aunque al principio las sanciones impuestas por la UE y otros puedan contribuir a crear una mentalidad de búnker, un día la realidad de los hechos se hará clara a ojos de los ciudadanos rusos. Ya hay decenas de miles que han abandonado el país debido a la guerra, la agobiante censura y la represión.
Contribuye a ello, además, que hasta ahora las acciones militares no han favorecido a Rusia pese a su abrumadora capacidad militar en comparación con la de Ucrania. Ante el fracaso de su operación del Norte, ha tenido que cambiar de planes para concentrar sus ataques en el Dombás y el Sur. La historia ha demostrado en repetidas ocasiones que las guerras de invasión rara vez tienen éxito. Aun siendo más débil o menos organizada, toda la población del país invadido termina alzándose contra el invasor o apoyando a quienes lo combaten.
«La historia ha demostrado en repetidas ocasiones que las guerras de invasión rara vez tienen éxito. Aun siendo más débil o menos organizada, toda la población del país invadido termina alzándose contra el invasor o apoyando a quienes lo combaten».
Para justificar la guerra, Rusia y quienes la apoyan han desencadenado una ofensiva internacional de desinformación. Se han sacado del baúl los viejos fantasmas de la Guerra Fría. La responsabilidad por la amenaza de crisis alimentarias se hace recaer en las sanciones impuestas por la UE y sus aliados, en lugar de achacarse a los dirigentes rusos por empezar la guerra, bloquear los puertos del mar Negro a las exportaciones ucranianas de trigo y fertilizantes, destruir la producción de trigo ucraniano y suspender las exportaciones de trigo ruso.
Contrarrestar los discursos falsos exponiendo los hechos
La UE, junto con sus muchos socios, contrarresta estos discursos exponiendo los hechos y ayudando a los países más necesitados a través de la ayuda bilateral y la movilización del Programa Mundial de Alimentos, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Además, cabe esperar que la rápida activación de la Corte Penal Internacional y de todo el sistema de las Naciones Unidas ayude a dar a conocer las realidades del conflicto y las correspondientes responsabilidades. También es de esperar que lleve ante la justicia a los responsables de los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos. Las imborrables imágenes de civiles muertos, que yo mismo pude ver en mi visita a Bucha, o en Mariupol y otras ciudades ucranianas, dejarán larga huella en nuestra memoria colectiva. En ellas se revela el verdadero rostro de la guerra contra Ucrania.
«Las imborrables imágenes de civiles muertos, que yo mismo pude ver en mi visita a Bucha, o en Mariupol y otras ciudades ucranianas, dejarán larga huella en nuestra memoria colectiva. En ellas se revela el verdadero rostro de la guerra contra Ucrania».
Tolerar agresiones como esta conducirá a un mundo peligroso, en el que los países con los ejércitos más fuertes impondrán su voluntad a los demás, y se ignorarán impunemente las normas internacionales. No es ese el orden internacional que la Unión Europea y tantos otros han intentado construir a lo largo de las últimas décadas.
«Seguiremos defendiendo un orden multilateral, basado en objetivos comunes y en el Derecho internacional. No puede tolerarse que se violen, como acaba de hacer Rusia, los principios básicos del orden internacional».
Desafíos globales como el cambio climático, el desarrollo económico, la lucha contra las pandemias o el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales solo pueden afrontarse con éxito aunando fuerzas. Por eso seguiremos defendiendo un orden multilateral, basado en objetivos comunes y en el Derecho internacional. No puede tolerarse que se violen, como acaba de hacer Rusia, los principios básicos del orden internacional.
Todos los países, sobre todo los más poderosos, deben contribuir a preservar y reforzar este orden internacional basado en normas. Algunos tienen responsabilidades internacionales específicas. China es miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y siempre ha manifestado su compromiso con la protección de la soberanía de los países y la inviolabilidad de las fronteras. Teniendo en cuenta sus importantes relaciones económicas con la Unión Europea, así como con Ucrania, sería lógico que China se sirviera de sus buenas relaciones con Rusia para ayudar a que el Presidente Putin se decantase por el Derecho y la paz. Por desgracia, no observamos por ahora indicio alguno de que esto vaya a ocurrir.
De cara al futuro
A menos que optemos por mantenernos en tensión o conflicto perpetuos —opción que por cierto no es la que prefiere la UE—, tendremos que encontrar formas de reorganizar las relaciones entre la UE y Rusia y acordar garantías y mecanismos de seguridad que permitan reanudar la coexistencia pacífica. Será un proceso sin duda largo y muy difícil. Los dirigentes rusos deben empezar por entender que su propia seguridad no puede alcanzarse ni se alcanzará a expensas de una más amplia seguridad europea y de sus vecinos.
«Los dirigentes rusos deben empezar por entender que su propia seguridad no puede alcanzarse ni se alcanzará a expensas de una más amplia seguridad europea y de sus vecinos».
De hecho, todo lo que Rusia ha hecho en los últimos años para «garantizar» su seguridad solo ha conseguido el resultado contrario. Al crear en nuestra vecindad común un entramado de conflictos no resueltos, Rusia ha envenenado la vida de los países afectados y socavado la confianza entre la UE y Rusia. La paz en Europa solo puede y debe construirse sobre un terreno sólido, que atienda a los respectivos intereses y preocupaciones en materia de seguridad, pero que en la misma medida respete la soberanía nacional y la integridad territorial.
La decisión de Putin de invadir Ucrania debía haberse evitado. La UE, los Estados Unidos y la OTAN respondieron con precaución a las propuestas de tratados y las cartas de Rusia. El mensaje por nuestra parte era claro: estamos dispuestos a debatir sobre todos los aspectos de la seguridad, incluidas las referencias rusas a la «indivisibilidad» de la misma. Pero eso no es posible mientras se toman medidas militares, se bombardean las ciudades y se mata a civiles... y mientras se apunta literalmente a la cabeza de uno o de sus amigos con armas de fuego. Primero debe cesar la agresión. Ahora la cuestión es cuántas muertes y cuánta destrucción serán necesarias para que el presidente Putin acepte seguir esta vía en lugar de plantear lo que, como él bien sabe, son condiciones totalmente inaceptables y premisas falsas.
«La decisión de Putin de invadir Ucrania debía haberse evitado. La UE, los Estados Unidos y la OTAN respondieron con precaución a las propuestas de tratados y las cartas de Rusia. El mensaje por nuestra parte era claro: estamos dispuestos a debatir sobre todos los aspectos de la seguridad».
Dado, en particular, que el secretario general de Naciones Unidas Guterres visita Rusia hoy y Kiev el jueves, quiero concluir haciendo una vez más un llamamiento a los dirigentes rusos para que detengan su agresión, dejen atrás los demonios del pasado, pongan fin al derramamiento de sangre y la destrucción y acepten un futuro en el que prevalezcan la razón y la ley. Lamentablemente, las perspectivas no son alentadoras; lejos de ello. Cuando a principios de mes el canciller austriaco Karl Nehammer —líder de un país de la UE, pero no de la OTAN— regresó de su visita a Moscú, la respuesta que trajo del presidente Putin fue muy clara: «no, no quiero parar la guerra. Vamos a seguir luchando.»
En este contexto, y viendo en lo que se han embarcado los dirigentes rusos y sus fuerzas militares en las últimas semanas, quizá a alguno le parezca ingenuo mi llamamiento al presidente Putin. Sin embargo, y pese a tan magras perspectivas, debemos seguir intentando encontrar una solución diplomática que detenga el sufrimiento y la agresión cuanto antes. La verdadera pregunta es qué precio habrá que pagar antes de conseguirlo. Hasta entonces, la Unión Europea y sus socios seguirán apoyando de lleno la lucha de Ucrania por su soberanía y su libertad.
MORE FROM THE BLOG
"Una ventana al mundo" - Blog del Alto Representante de la UE / Vicepresidente de la Comisión Europea Josep Borrell
Blog de Josep Borrell sobre sus actividades y la política exterior europea. También puede encontrar aquí entrevistas, artículos de opinión, discursos seleccionados y vídeos.