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Fortalezcamos nuestra «otra relación transatlántica»

Blog del AR/VP – La semana pasada participé en Buenos Aires en una reunión de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), un órgano de las Naciones Unidas, y copresidí con mi colega Santiago Cafiero, ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, una reunión ministerial de la UE con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En esta época de crecientes tensiones geopolíticas, estas dos reuniones representan importantes etapas del proceso de fortalecimiento de nuestra «otra relación transatlántica».

«Esta reunión ministerial UE-CELAC, la primera que se celebra en más de cuatro años, ha sido una etapa importante del proceso de fortalecimiento de la asociación entre la UE y América Latina y el Caribe».

 

Desde el inicio de mi mandato, uno de mis principales objetivos ha sido revitalizar lo que a menudo he denominado «nuestra otra relación transatlántica», es decir, el vínculo entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe. En 2020 y 2021, la pandemia de COVID-19 complicó esta empresa: para las cuestiones diplomáticas, las videoconferencias nunca podrán sustituir a los contactos personales directos.

Aun así, en noviembre de 2021 conseguí viajar a Perú y Brasil, y en abril de 2022 a Chile, y después a Panamá, donde participé en una reunión ministerial conjunta de la Comunidad del Caribe (Caricom) y el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). «Transcurridos ya tres años desde el inicio de mi mandato, esta reunión ministerial UE-CELAC, la primera que se celebra en más de cuatro años, representa una etapa importante en el camino que debe llevarnos a una asociación renovada y reforzada entre la UE y América Latina y el Caribe».

«Esta reunión ministerial UE-CELAC, la primera que se celebra en más de cuatro años, es una etapa importante en el camino que debe llevarnos a una asociación renovada y reforzada entre la UE y América Latina y el Caribe».

Han participado en esta reunión ministros y representantes de más de sesenta países de ambos lados del Atlántico. La ha hecho posible la hospitalidad del Gobierno de Argentina, que agradezco profundamente, y en particular la de mi colega, Santiago Cafiero. A la hora de cultivar las relaciones y aproximar a nuestros continentes, es probable que, en este tipo de eventos, la posibilidad de mantener múltiples reuniones bilaterales en un brevísimo lapso de tiempo resulte más útil que las reuniones oficiales propiamente dichas.

Lazos profundos y de larga fecha

Como todos sabemos, los lazos entre América Latina y Europa son antiguos y profundos, desde una perspectiva tanto humana como cultural. Yo soy una prueba concreta de ello, puesto que Argentina, el país en el que nos hemos reunido, es también el país donde nació mi padre. Millones de europeos viven en América Latina y el Caribe y millones de latinoamericanos y caribeños viven en Europa.

«Compartimos un profundo apego al orden internacional basado en normas y el rechazo del recurso a “la ley del más fuerte” en los asuntos internacionales».

También nos unen estrechos lazos políticos: compartimos, en particular, un profundo apego al orden internacional basado en normas y el rechazo del recurso a «la ley del más fuerte» en los asuntos internacionales. La guerra de agresión que Rusia está librando contra Ucrania ha demostrado, una vez más, esa unión: en el Sur Global, América Latina es la región que más activamente ha defendido la Carta de las Naciones Unidas y la integridad territorial de Ucrania, en las diversas votaciones celebradas en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en otros foros multilaterales.

Nuestros vínculos también son estrechos en lo económico. Con un volumen de inversiones directas de 800 000 millones de euros —que alcanzará pronto la cifra de un billón de euros—, la UE es, con diferencia, el mayor inversor en la región. Cuando explico que la Unión Europea ha invertido más en América Latina y el Caribe que en China, Japón, Rusia e India juntos, la gente suele mirarme con sorpresa y no dar crédito a mis palabras. Sin embargo, esa es la realidad: hemos invertido más en América Latina que en otras regiones del mundo que suelen considerarse regiones con mayor potencial de crecimiento. Con todo, en términos puramente comerciales, China nos ha superado como socio comercial de América Latina y el Caribe. Aunque seguimos siendo el socio que más capital y tecnología aporta a la región, somos conscientes de que debemos reforzar nuestra asociación económica con América Latina.

«Autonomía no es sinónimo de aislamiento. La autonomía requiere una cooperación inteligente y socios fiables para compartir experiencias y tecnologías, reglamentar los nuevos mercados, innovar, y conectar entre sí infraestructuras seguras como el cable transatlántico digital BELLA o la red satelital Copernicus».

Además, en el contexto geopolítico actual, las cuestiones económicas y políticas están estrechamente relacionadas. La experiencia adquirida como consecuencia de la pandemia de COVID-19 y las dificultades derivadas de las tensiones geopolíticas, agravadas por la guerra contra Ucrania, nos mueven a reforzar nuestra «autonomía estratégica» a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, autonomía no es sinónimo de aislamiento. La autonomía requiere una cooperación inteligente y socios fiables para alcanzar acuerdos, compartir experiencias y tecnologías, reglamentar los nuevos mercados, innovar, y conectar entre sí infraestructuras seguras como el cable transatlántico digital BELLA o la red satelital Copernicus. En lo que se refiere tanto a la transición ecológica como a la revolución digital, América Latina brinda posibilidades y tiene importantes necesidades. La Unión Europea puede y quiere colaborar con América Latina y el Caribe en estos ámbitos.

Acabar con el «extractivismo»

Ahora bien, esta asociación reforzada no puede construirse sobre la base del «extractivismo» que practicaron a menudo las compañías occidentales durante el siglo XX en América Latina. Así nos lo han explicado muchos de nuestros interlocutores, durante los debates mantenidos tanto en el marco de la CEPAL como de la CELAC, especialmente en relación con la cuestión del litio —una materia prima fundamental para la transición ecológica, disponible en grandes cantidades en América Latina—. La región desea sacar partido de las nuevas transiciones para industrializar sectores clave y añadir valor a su capacidad productiva, diversificando a tal fin las cadenas mundiales de valor sobre la base de normas sociales y medioambientales avanzadas. La asociación entre la UE y América Latina y el Caribe solo puede desarrollarse si contribuye activamente a ese fin: hemos entendido el mensaje.

«América Latina y el Caribe desean sacar partido de las nuevas transiciones ecológica y digital para industrializar sectores clave y añadir valor a su capacidad productiva».

¿Cuáles son las principales conclusiones que hemos extraído de estos dos días de intensos debates? La primera es que debemos intensificar nuestra cooperación política regular al más alto nivel. Hemos acordado organizar una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los países de la UE y la CELAC durante el segundo semestre del año próximo, al comienzo de la Presidencia española. Se trata de un avance importante, ya que esta cumbre será la primera que celebremos desde 2015.

Completar nuestros acuerdos comerciales y de asociación

La segunda línea de actuación consiste en completar nuestros acuerdos comerciales y de asociación. En particular, tenemos que conseguir modernizar los acuerdos con Chile y México. También debemos superar las dificultades pendientes y ultimar el acuerdo UE-Mercosur que llevamos veinte años negociando. Este acuerdo es mucho más que un acuerdo comercial: en el contexto geopolítico actual, es una manera de demostrar nuestra voluntad de actuar unidos en la escena internacional. La pelota está en nuestro tejado. Para desbloquear la situación, tenemos que presentar a nuestros socios de Mercosur un protocolo adicional que precise nuestros compromisos conjuntos en la lucha contra el cambio climático y la deforestación y en la protección de la biodiversidad.

La tercera línea de actuación consiste en desarrollar nuestra cooperación en ámbitos de interés común: no perder el tren de la revolución digital, acelerar la transición ecológica, desarrollar nuestra cooperación económica y energética, contribuir juntos a la lucha contra las desigualdades, etc.

Gracias al cable BELLA, hemos establecido una autopista de datos de gran importancia entre nuestros dos continentes. Ahora tenemos que desarrollar la cooperación entre nuestras universidades, nuestros investigadores, nuestras sociedades civiles... para aprovechar plenamente estas nuevas capacidades de conectividad. También tenemos que colaborar en la elaboración de estándares y normas para el sector digital que garanticen un internet seguro y abierto en el que los derechos de los usuarios estén protegidos.

Contamos con más de 230 millones de jóvenes a ambos lados del Atlántico: tenemos que abrir las puertas de Erasmus+ para que los intercambios de estudiantes se hagan extensivos a los jóvenes de América Latina y el Caribe. La mitad de los estudiantes de América Latina que estudian en el extranjero ya lo hacen en Europa y el 20 % en Estados Unidos.

Hemos de cooperar más estrechamente en los ámbitos de las energías renovables, el hidrógeno verde y las baterías. Los hidrocarburos latinoamericanos también pueden ayudarnos a colmar el vacío que ha creado la guerra rusa contra Ucrania.

También en los ámbitos de la seguridad interior y exterior tenemos intereses y desafíos comunes a la hora de combatir la delincuencia organizada transnacional, un combate que ya hemos iniciado con el programa EL PAcCTO. El tráfico de drogas está favoreciendo una mayor interacción entre los grupos delictivos basados en Europa y en América Latina. Como países de producción, tránsito y destino final, debemos aunar esfuerzos. Ya cooperamos con los países de la región de manera bilateral y a través de nuestro programa Copolad, destinado a ayudar a los países de América Latina, el Caribe a mejorar sus políticas en materia de drogas.

«Solo juntos podremos derrotar la amenaza autocrática y mejorar nuestras democracias para convertirlas en un espacio de libertad y justicia».

La cuarta línea de actuación, que es quizá la más importante, consiste en colaborar para promover un orden mundial basado en normas, fundamentado en la paz, la democracia y los derechos humanos. Solo juntos podremos derrotar la amenaza autocrática y mejorar nuestras democracias para convertirlas en un espacio de libertad y justicia

Queda mucho por hacer

En resumen, estas reuniones han sido un paso importante en esta dirección, pero queda aún mucho por hacer para asegurarnos de que nuestra «otra relación transatlántica» llegue a alcanzar todo su potencial.

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"Una ventana al mundo" - Blog del Alto Representante de la UE / Vicepresidente de la Comisión Europea Josep Borrell

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