Defensa europea: combatir la COVID-19, prepararse para el futuro
El coronavirus deteriora nuestro entorno de seguridad, lo que hace más necesario reforzar la política de seguridad y defensa de la UE
El martes mantuvimos la segunda videoconferencia en seis semanas con los ministros de Defensa de la Unión Europea y ayer me dirigí al Comité Militar de la UE, reunido a nivel de jefes del Estado Mayor de la Defensa de la UE. Debatimos las consecuencias de la pandemia en materia de seguridad y defensa y una cosa está clara: la crisis de la COVID-19 nos llevará a una redefinición tanto de nuestras sociedades y nuestras economías como de nuestra política de seguridad y defensa. La salud es, en estos momentos, una cuestión de seguridad.
Las fuerzas armadas de nuestros Estados miembros ya están desempeñando un papel esencial en la lucha contra el coronavirus en Europa. Prestan apoyo a las autoridades civiles y a nuestros ciudadanos con recursos médicos, logísticos y de seguridad, tanto en sus países de origen como en los demás Estados miembros de la UE, mostrando un auténtico espíritu de solidaridad europea. El SEAE ha creado un grupo de trabajo para ayudar en esta labor y facilitar el intercambio de información y de las mejores prácticas. Con los ministros hemos acordado reforzar las modalidades de utilización de los medios militares para apoyar a las autoridades civiles en su respuesta a la pandemia.
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Más allá de nuestras fronteras, las misiones y operaciones de la UE permanecen junto a nuestros socios en estos tiempos difíciles. Obviamente, la seguridad y el bienestar de nuestro personal y de las poblaciones locales siguen siendo nuestra principal preocupación y por ello se han adaptado las actividades cuando ha sido necesario. No obstante, nos aseguramos de que las misiones y operaciones de la PCSD de la UE sigan cumpliendo su mandato en materia de seguridad y explorando maneras de apoyar a nuestros socios frente a la pandemia.
Por lo que respecta al futuro, existe sin duda el riesgo de que los efectos de la pandemia agraven los conflictos y las crisis existentes y repercutan directamente en nuestra propia seguridad. La COVID-19 ha traído consigo nuevas amenazas. Ha sacado a la luz tanto los puntos fuertes como los puntos débiles y ya podemos extraer las primeras enseñanzas para la seguridad y la defensa europeas en torno a cinco pilares: solidaridad, capacidad de reacción, preparación y resiliencia, capacidades y cooperación con los socios.
La solidaridad europea debe seguir siendo nuestro principio rector. Nuestras respuestas han de ser rápidas y flexibles: por ejemplo, mejorando la coordinación entre todos los agentes que trabajan para defender nuestra seguridad, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, o aumentando la capacidad de adaptación de nuestras misiones y operaciones a la evolución de las circunstancias. Tenemos que estar mejor preparados y ser más resilientes, por ejemplo, en materia de ciberseguridad o en la lucha contra las amenazas híbridas. Estas últimas incluyen las campañas de desinformación que, como hemos visto recientemente, son amenazas reales para la seguridad europea y mundial.
Además, tenemos que seguir desarrollando nuestras capacidades. Hemos sido testigos de historias positivas, viendo cómo las fuerzas armadas pueden prestar ayuda a las autoridades civiles en tiempos de crisis y debemos aprovechar esta experiencia. Por otra parte, necesitamos una industria europea de defensa innovadora y sólida. La Cooperación Estructurada Permanente (CEP) y el Fondo Europeo de Defensa pueden ayudar. Estudiaremos la manera de utilizar estas iniciativas con el fin de estar mejor equipados para responder a crisis similares en el futuro. Desde luego, no será fácil encontrar el dinero para hacer realidad nuestras ambiciones en materia de defensa ya que la crisis está golpeando nuestras economías. Pero poner en peligro nuestra seguridad es algo que no nos podemos permitir en estos tiempos de incertidumbre.
Seremos fieles a nuestro espíritu de cooperación con los socios. Todos nos enfrentamos a los mismos retos y solo juntos podremos superarlos. Esto se aplica tanto a la actual pandemia de COVID-19 como a las crisis futuras. Por ello celebro especialmente que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el secretario general adjunto de Operaciones de Paz de las Naciones Unidas, Jean-Pierre Lacroix, se unieran ayer a los ministros y a mí para nuestro debate.
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