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Cumbre Iberoamericana: Intervención del Alto Representante/Vicepresidente Josep Borrell durante la Cumbre en República Dominicana

25.03.2023
Santo Domingo
EEAS Press Team

¡Solo es auténtico el texto pronunciado!    

Señor Presidente de la República Dominicana [Luis Abinader], [Su] Majestad, Rey de España Felipe VI, 

Presidente, Excelencias, Secretario-General Iberoamericano [Andrés Allamand], como decimos en Bruselas “todo protocolo observado”. 

Amigas y amigos, muchas gracias. 

Muchas gracias, señor presidente por su invitación y por su hospitalidad. 

Es un gran honor y un inmenso placer poder estar aquí en República Dominicana, representando la Unión Europea.  

Ya saben, la Unión Europea, ese club de Estados que no responde a ninguna de las formas de organización política conocida. No es un estado unitario, no es una federación, no es una confederación, pero es algo más que un club, que un acuerdo comercial. 

Es un nuevo actor político que decidió sustituir el enfrentamiento y la guerra por la cooperación y la paz a través de la integración económica, y que ahora ambiciona jugar un papel geopolítico en el mundo convulso en el que nos toca vivir. Siendo también fuera de sus fronteras un agente de paz y prosperidad compartida. 

Para mí, es una enorme satisfacción estar aquí.  

He oído cosas muy interesantes. Debo decirles que esta reunión ha sido mucho más interesante que las muchas reuniones a las que tengo que asistir. Probablemente porque se ha celebrado en un idioma que nos es común y se ha hecho con una enorme espontaneidad y vivacidad. 

He oído cosas muy hermosas. He oído citar a [Antonio] Machado; “la patria es el suelo que se labra”.  

He oído decir que la búsqueda de mano de obra barata nos ha salido muy cara. Que tantas veces hemos salvado el sistema financiero que ahora ya se impone reformarlo. Que fuera de la democracia no hay libertad ni dignidad posible. Que las emigraciones hay que regularlas. Que la proporción mundial del PIB de América Latina ha disminuido después de la pandemia. Que la falta de integración tiene un alto coste para América Latina. Que no se puede criticar solo una invasión sin haber criticado antes las anteriores.  

Esa es muy hermosa: que la visión sin acción no es más que una alucinación. Que el mundo postpandemia es más injusto y desigual. Que hay más hambrientos hoy que en el 2020. Que la guerra de Rusia contra Ucrania es una expresión del viejo imperialismo y que nos hace falta una paz – sí, pero una paz justa y duradera. 

Y lo que ha dicho sur Majestad el Rey: el concepto de ‘iberoamericano’ ha tomado vida propia. Es ya un concepto acuñado como es el de ‘europeo’. No hace falta decir a que nación perteneces. ‘Iberoamericano’ también es ya algo que tiene una connotación positiva y que representa una comunidad geográfica de los dos lados del Atlántico, de la que yo en particular me siento muy partícipe, porque mi padre nació a los pies de los Andes y porque siempre que he viajado a América Latina me he sentido en casa, porque esta tierra está llena de vestigios culturales, arquitectónicos, históricos de nuestra gran patria - la mía, la de mi Cataluña natal, la de mi España, la de mi Europa.  

Identidades múltiples que se acumulan en un solo ser, que no son contradictorias ni incompatibles, sino, por el contrario, se enriquecen mutuamente.  

Señor presidente, queridos amigos, señores ministros, presidentes, esta cumbre se celebra en un año clave para las relaciones entre Europa y la América Latina. Estamos a menos de cuatro meses de la Cumbre EU-CELAC - en julio en Bruselas, allí les esperamos. La primera desde 2015. Son casi 10 años sin que las hayamos celebrado. 

Algo hemos hecho mal para que tanto tiempo haya pasado, sin que compartamos una reflexión común. 

La confluencia de estas dos cumbres en menos de seis meses está mandando una potente señal política al mundo y muestra nuestra voluntad de mayor coordinación entre los espacios europeos e iberoamericanos, que nos permitan reforzarnos mutuamente ante el mundo en el que nos toca vivir.

Un mundo que ha cambiado y tenemos que cambiar con él. Ha cambiado por la pandemia. Ha cambiado por la guerra. Pero ha cambiado también porque después de décadas de apertura y globalización y aperturas comerciales, ahora los paradigmas socioeconómicos evolucionan en una dirección diferente. 

Hace ya 10 años que hemos visto como el mundo rechazaba más aperturas comerciales - la integración por el comercio - y buscaba formas que preservaran identidades, puestos de trabajo. Una actitud defensiva que sustituía el paradigma liberal - del que Europa participa también - que es la integración por el comercio.  

A eso le llaman algunos la ‘re-globalización’ y otros la ‘desglobalización’. Pero la realidad es que hoy las multinacionales y los gobiernos miran a las relaciones comerciales y económicas mundiales a través de la lente de la seguridad - la seguridad no sólo militar, también económica.  

Hemos descubierto que las dependencias, que eran elementos que construían la paz, son también armas que se pueden volver contra nosotros. 

La excesiva dependencia de Europa del gas ruso le hizo creer a [Vladimir] Putin que podía invadir impunemente Ucrania porque Europa no reaccionaría, prisionera como era del 40% de nuestro consumo de gas proveniente de Rusia.  

Cuando llegó la pandemia, en Europa descubrimos que no producíamos ni un solo gramo de paracetamol. Ni un gramo de paracetamol era producido en las industrias europeas, todo estaba deslocalizado fuera. Y pensábamos que el mercado proveería.

Pero cuando hay una crisis, el mercado puede que no provea a todos al mismo tiempo. Y tuvimos que rápidamente reponer capacidades productivas que habíamos trasladado fuera de nuestras fronteras y hacer de nuevas.  

Ahora toda dependencia se convierte en un arma y el mundo mira a la integración desde la perspectiva de la garantía de seguridad. Empezó China, le siguió los Estados Unidos y ahora también en Europa.  

Queremos evitar que nuestra relación con China nos genere dependencias como las que hemos tenido con Rusia en la época de los hidrocarburos, en la nueva época digital. 

Y en este mundo, Europa y América Latina tienen la ocasión de mostrar que todavía la relación comercial es fuente de progreso y que los acuerdos que tenemos pendientes de hacer desde hace muchos años pueden contribuir a reforzar un progreso compartido y, a la vez, una mayor capacidad de hacer frente al gran problema de nuestro siglo, que es el ambiental - y el ambiental no sólo es el climático.  

Por eso, deberíamos aprovechar esta ocasión bajo la presidencia española, para aprobar algunas de las asignaturas pendientes que tenemos en este terreno, antes de que sea la búsqueda de seguridad y la protección proteccionista de las economías y de las sociedades lo que haga imposible hacer lo que todavía no hemos hecho.  

Los europeos somos el principal inversor en América Latina. Nadie ha invertido más que nosotros aquí. Hemos invertido más en América Latina que en Rusia, que en China, que en India y en Japón juntos.  

Y cuando lo digo, alguien dice: “Debe haber algún error, porque no es posible.” No, no hay ningún error. Nuestras empresas han puesto en la cesta de América Latina esa cantidad ingente de capital. Y somos también el primer cooperante en el desarrollo.  

No somos ya el primer socio comercial, es China y es normal que así sea. Pero piensen lo que significa ser el que aporta más capital productivo y más cooperación al desarrollo.  

Por eso creo que los europeos podemos, juntos con ustedes - todos juntos Europa y América Latina -, escribir una nueva página de progreso en la historia de la humanidad. Y para eso tenemos que reforzar nuestra cooperación. Tenemos que suplementar nuestras debilidades mutuas. Tenemos que ser socios fiables para hacer frente a los tres grandes problemas que tiene nuestro mundo: el cambio climático - o, en general, los problemas del medio ambiente -, la revolución tecnológica y la cohesión social. Eso lo he escuchado ustedes esta tarde y esta mañana aquí. 

En Europa, quizá hablamos demasiado de las dos primeras: queremos ser verdes y digitales. Pero no deberíamos olvidarnos de la [cohesión] social porque las transiciones verdes y digitales, o serán justas y democráticas o no serán. 

Miren hoy, la huella de carbono que hemos dejado en la atmósfera - los seres humanos - y verán que prácticamente América Latina y África no tienen casi ninguna responsabilidad porque sus emisiones son prácticamente acumuladas, prácticamente despreciables. Comparadas con los 37 trillones de toneladas de CO2, su aportación es mínima. 

Y la [Unión] europea también es escasa hoy - acumulada es muy grande - pero hoy es apenas el 8% del total. Y aunque mañana por milagro, canceláramos todas nuestras emisiones, el problema seguiría siendo el mismo porque habría el 92% restante. Y dos terceras partes de la humanidad tienen que aumentar su consumo energético. Tienen que aumentarlo porque tienen derecho al mismo nivel de desarrollo y bienestar que hemos adquirido nosotros.  

La solución al cambio climático no es disminuir el consumo global de energía. Es producir más energía de una forma limpia. Pero además de ser limpia, tiene que ser affordable, tiene que ser viable económicamente, porque de lo contrario la gente pobre no la va a utilizar.  

Si, compartimos los mismos valores, pero no tenemos las mismas prioridades. Y no tenemos las mismas prioridades porque nuestras circunstancias son distintas. Y como decía [José] Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias.” Mis circunstancias me hacen distinto de mí mismo y, por supuesto, del vecino. Y las circunstancias de un ciudadano de la clase media bien estante europea, no son las mismas que las circunstancias de un habitante del altiplano boliviano o colombiano. No son las mismas. Su horizonte temporal es distinto.  

Nos podemos plantear problemas a 20 años con más tranquilidad que aquellos que dependen críticamente de los próximos 20 días. Y esa diferencia en la prioridad, es la que nos obliga a un esfuerzo de justicia en la redistribución de las cargas que significa la transición climática, y una redistribución de las oportunidades que significa la revolución tecnológica. Porque el acceso a las tecnologías digitales será más importante para mis nietos, que lo que fue la imprenta hace 400 años. Eso es una gran máquina de crear desigualdad si no se administra adecuadamente y si no se ofrecen a todos las mismas oportunidades de acceso al conocimiento que ello implica.  

Hoy, la revolución digital se puede utilizar para fomentar el autoritarismo y la capacidad de control de la población por parte de los gobiernos. O se puede utilizar para reforzar el poder de las grandes empresas multinacionales. O se puede utilizar para construir una sociedad más inteligente. Y va a depender de cómo lo hagamos que el resultado neto sea positivo o no lo sea. 

Y yo estoy convencido de que América Latina y el Caribe, y Europa, pueden hacer una contribución decisiva, porque en el fondo somos una comunidad de seres humanos que comparten más que ningún otro colectivo humano el mismo mindset, la misma estructura mental porque nos ha forjado la misma historia. No solo porque compartimos la misma lengua – y no saben del inmenso placer que me da hablar en Castellano sin tener que me traduzcan. En la Torre de Babel de Bruselas, todo lo que decimos y escribimos lo tenemos que traducir a 21 lenguas, y les aseguro que eso dificulta muchísimo la comprensión mutua.  

Aprovechemos, pues, esa fortuna que nos ha dado la historia. Sí, ha habido mucha violencia en nuestra historia. La violencia es la comadrona de la historia y la hubo en la conquista y la hubo en la independencia.

Pero aparte de eso, nos sentimos realmente parte de un colectivo humano que tiene lazos fraternales que se hunden profundamente en tantas generaciones de seres humanos que fueron y vinieron de un lado al otro del Atlántico.  

Como ahora en España, recibimos a tantos ciudadanos europeos que contribuyen tan decisivamente en nuestra prosperidad económica y en nuestro equilibrio social. Es una suerte que tiene América Latina y Europa que no deberíamos desaprovechar.  

Y por eso, espero que, en los próximos meses, bajo la presidencia española [del Consejo de la Unión Europea], que sin duda le dará un impulso decisivo a nuestra coordinación y trabajo conjunto, podamos superar algunas asignaturas pendientes y, en todo caso, avanzar por una senda de desarrollo compartido, aprovechando las oportunidades que nos brinda la tecnología para hacer frente a los grandes retos de nuestro tiempo.  

Para mí, habrá sido un inmenso placer si podemos contribuir a ello.  

Y les quiero dar de corazón, en nombre del presidente del Consejo Europeo [Charles Michel], de la Comisión Europea [Ursula von der Leyen], mis más sentidas gracias por haberme invitado a participar en este encuentro. 

Muchas gracias.

 

Enlace al video: https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-239480

 

English

 

 For me, it’s a huge satisfaction to be here.  

I've heard very interesting things. I must tell you that this meeting has been much more interesting than the many meetings I use to attend. Probably because it has been celebrated in a language that is common to us and has been done with enormous spontaneity and liveliness. 

I've heard very beautiful things. I have heard [Antonio] Machado’s quote: the homeland is the soil that is carved.  

I've heard that the search for cheap labor has come out very expensive. That so many times we have saved the financial system that now requires reform. That outside democracy there is no freedom or dignity possible. That emigrations must be regulated. That the global share of Latin America’s GDP has declined after the pandemic. That the lack of integration has a high cost for Latin America. That one cannot criticise only an invasion without first criticising the previous ones.  

This one is very beautiful: that vision without action is nothing more than hallucination. That the post-pandemic world is more unfair and unequal. That there is more hunger today than in 2020. That Russia’s war against Ukraine is an expression of old imperialism and that we need peace — yes, but a just and lasting peace. 

And what His Majesty the King (Felipe VI of Spain) has said: the concept of ‘iberoamerican’ has taken on a life of its own. It is already a concept coined as that of ‘European’. Needless to say, which nation you belong to. ‘Iberoamerican’ is also something that has a positive connotation and represents a geographical community on both sides of the Atlantic, of which I in particular feel very involved, because my father was born at the foot of the Andes and because whenever I have traveled to Latin America I have felt at home, because this land is full of cultural, architectural, historical vestiges of our great homeland — mine, that of my native Catalonia, that of my Spain, that of my Europe.  

Multiple identities that accumulate in a single being, which are not contradictory or incompatible, but, on the contrary, enrich each other.  

Mr President, dear friends, Ministers, Presidents, this summit is being held in a key year for relations between Europe and Latin America (& the Caribbean). We are less than four months away from the EU-CELAC Summit — in July in Brussels, we look forward welcoming you there. The first since 2015. It is almost 10 years without holding them. 

We have done something wrong so that so much time has passed, without sharing a common reflection. 

The confluence of these two summits in less than six months is sending a powerful political signal to the world and shows our willingness for greater coordination between European and Ibero-American spaces, which will allow us to reinforce each other in the world in which we live.

A world that has changed and we have to change with it. It has changed because of the pandemic. It’s changed by the war. But it has also changed because after decades of openness and globalisation and trade openings, socio-economic paradigms are now evolving in a different direction. 

For 10 years now we have seen the world reject more trade openings — integration by trade — and looking for ways that preserve identities, jobs. A defensive attitude that replaced the liberal paradigm — of which Europe also participates — which is integration by trade.  

Some call that ‘re-globalisation’ and others ‘deglobalisation’. But the reality is that today multinationals and governments look to global trade and economic relations through the lens of security — not only military, but economic security.  

We have discovered that the dependencies, which were elements that built peace, are also weapons that can be turned against us. 

Europe’s over-reliance on Russian gas led Putin to believe that he could invade Ukraine with impunity because Europe would not react, imprisoned as it was 40 % of our gas consumption from Russia.  

 When the pandemic came, in Europe we discovered that we did not produce a single gram of paracetamol. Not one gram of paracetamol was produced in European industries, everything was offshoring. And we thought the market would provide.

But when there is a crisis, the market may not provide everyone at the same time. And we had to quickly replenish productive capacities that we had moved beyond our borders and make new ones.  

Now all dependence becomes a weapon and the world looks at integration from the perspective of security assurance. China began, followed by the United States and now also in Europe.  

We want to avoid that our relationship with China generates dependencies like those we have had with Russia in the time of hydrocarbons, in the new digital era. 

And in this world, Europe and Latin America (& the Caribbean) have the opportunity to show that the trade relationship is still a source of progress and that the agreements we have to make for many years can contribute to strengthening shared prosperity and, at the same time, a greater capacity to deal with the great problem of our century, which is the environment — and the environment is not only climate.  

Therefore, we should take this opportunity under the Spanish presidency to approve some of the outstanding subjects we have in this field, before it is the search for security and protectionist protection of economies and societies that makes it impossible to do what we have not yet done.  

Europeans are the leading investor in Latin America. No one has invested more than us here. We have invested more in Latin America (& the Caribbean) than in Russia, China, India and Japan together.  

And when I say this, someone says: “There must be some error, because it is not possible.” No, there is no mistake. Our companies have put that huge amount of capital in the Latin American basket. And we are also the first co-operator in development.  

We are no longer the first trading partner, it is China and it is normal that it be so. But think about what it means to be the one who brings more productive capital and more cooperation to development.  

That is why I believe that we Europeans can, together with you — all together Europe and Latin America (& the Caribbean)— write a new page of progress in the history of humanity. And for that we need to strengthen our cooperation. We have to supplement our mutual weaknesses. We need to be reliable partners to address the three major problems our world has: climate change — or, in general, environmental problems — the technological revolution and social cohesion. I heard that from you this afternoon and this morning here. 

In Europe, perhaps we talk too much about the first two: we want to be green and digital. But we should not forget about social [cohesion] because the green and digital transitions will either be fair and democratic or they will not be. 

Look today, the carbon footprint we have left in the atmosphere — humans — and you will see that practically Latin America and Africa have almost no responsibility because their accumulated emissions are practically negligible. Compared to 37 trillion tonnes of CO2, their contribution is minimal. 

And the European [emission] is also scarce today — accumulated is very large — but today it is only 8 % of the total. And even if tomorrow by miracle, we canceled all our emissions, the problem would remain the same because there would be the remaining 92 %. And two-thirds of humanity has to increase its energy consumption. They have to increase it because they are entitled to the same level of development and well-being that we have acquired.  

 The solution to climate change is not to reduce global energy consumption. It’s producing more energy in a clean way. But besides being clean, it has to be affordable, it has to be economically viable, because otherwise poor people will not use it.  

Yes, we share the same values, but we don't have the same priorities. And we don't have the same priorities because our circumstances are different. And as [José] Ortega y Gasset said: “I am me and my circumstances.” My circumstances make me different from myself and, of course, from the neighbor. And the circumstances of a citizen of the middle class European shelf, are not the same as the circumstances of an inhabitant of the Bolivian or Colombian highlands. They're not the same. Its time horizon is different.  

We can pose problems to 20 years with more peace of mind than those who critically depend on the next 20 days. And that difference in priority, is what compels us to an effort of justice in the redistribution of the burdens that the climate transition means, and a redistribution of the opportunities that the technological revolution means. Because access to digital technologies will be more important to my grandchildren than the printing press was 400 years ago. That is a great machine of creating inequality if it is not properly managed and if everyone is not offered the same opportunities to access the knowledge that this entails.  

Today, the digital revolution can be used to foster authoritarianism and the capacity of government to control the population. Or it can be used to strengthen the power of large multinational companies. Or it can be used to build a smarter society. And it’s going to depend on how we do it whether the net result is positive or not. 

And I am convinced that Latin America and the Caribbean, and Europe, can make a decisive contribution, because deep down we are a community of human beings who share more than any other human collective the same mindset, the same mental structure because it has been forged by the same history. Not only because we share the same language — you cannot imagine the immense pleasure that gives me to speak in Spanish without having to translate me. In the Tower of Babel in Brussels, everything we say and write we have to translate into 21 languages, and I assure you that this makes mutual understanding very difficult.  

Let us take advantage of that fortune that history has given us. Yes, there has been a lot of violence in our history. Violence is the midwife of history, there it was in the conquest, and there it was in the independence.  

But other than that, don't we really feel part of a human collective that has fraternal ties that are deeply rooted in so many generations of human beings who came and went from one side of the Atlantic to the other?

 As now in Spain, we welcome so many European citizens who contribute so decisively to our economic prosperity and to our social balance. Latin America (& the Caribbean) and Europe are fortunate in this respect and we should not waste it. 

That is why I hope that, in the coming months, under the Spanish presidency [of the Council of the European Union], which will undoubtedly give a decisive boost to our coordination and joint work, we will be able to overcome some outstanding subjects and, in any case, move on a path of shared development, taking advantage of the opportunities offered by technology to face the great challenges of our time.  

For me, it will have been an immense pleasure if we can contribute to it.  

I would like to heartily thank you, on behalf of the President of the European Council [Charles Michel], of the European Commission [Ursula von der Leyen], my most heartfelt thanks for having invited me to participate in this meeting. 

 

Thank you very much. 

 

Peter Stano
Lead Spokesperson for Foreign Affairs and Security Policy
+32 (0)460 75 45 53
Daniel Puglisi
Press Officer for Humanitarian Aid and Crisis Management/Foreign Affairs and Security Policy
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