Chile y la Unión Europea: una visión común del futuro
Desde hace un año el mundo entero se enfrenta a la mayor crisis vivida en tiempos de paz. Sus efectos, económicos, sociales y políticos marcarán nuestro tiempo. Igualmente, los valores y principios que sustentan la democracia están contestados en varios lugares del mundo, mientras la ciudadanía exige cada vez más a sus gobiernos e instituciones. En muchos países, el delicado equilibrio constitucional se ve amenazado por las desigualdades y los movimientos nacional-populistas.
Pero la pandemia también nos ofrece la oportunidad de repensar nuestros sistemas políticos y construir una nueva era de la democracia, más cercana a los ciudadanos. Y un nuevo contrato social sobre el rol del estado, la organización política y las exigencias de una mayor justicia social.
En este contexto, desde Europa se observa con sumo interés el proceso constituyente en Chile que definirá la trayectoria futura del país. Este proceso es un hito para Chile, pero será también considerado como un referente regional e internacional, por ser el primero que cuente con una Convención paritaria y con la participación de los pueblos indígenas. Es también una oportunidad para incorporar al ordenamiento constitucional los derechos derivados de la igualdad entre mujeres y hombres, y de los ya asumidos en el plano internacional ligados a la defensa del medio ambiente. Se trata de una oportunidad histórica para definir un nuevo marco constitucional de convivencia, reflejando los anhelos de varias generaciones y la respuesta a los nuevos desafíos.
Cada país tiene su propia historia constitucional. Los europeos tenemos las nuestras, en muchos casos atormentadas, y no estamos en condiciones de dar lecciones a nadie, ni lo pretendemos. Pero somos muy cercanos con Chile y compartimos los valores fundamentales de la democracia, el estado de derecho, y el respeto por los derechos humanos. Espero que seamos pronto capaces de concluir la modernización del Acuerdo de Asociación del 2002, el primero que firmamos con un país de América del Sur. Además, nos hemos comprometido a colaborar para reforzar el multilateralismo y dar respuesta a desafíos mundiales como la lucha contra el cambio climático y la pandemia del Covid-19.
Por eso, a la Unión Europea le gustaría acompañar a Chile en este proceso constituyente. Veo con satisfacción la invitación, desde muchos sectores políticos, sociales y económicos de Chile, a colaborar en los espacios de diálogo para aportar la diversidad de las experiencias constitucionales europeas. Espero poder contribuir personalmente a ello y así poder regresar a este hermoso país, que conocí por primera vez, hace ya muchos años, de la mano de Ricardo Lagos, siendo entonces ambos ministros de obras públicas, y con el que tantos lazos de amistad me unen.
En Europa, los 27 Estados Miembros ofrecen numerosas variantes constitucionales. Pero con un denominador común en torno al concepto de Estado social y democrático de derecho. A pesar de todas sus carencias y dificultades, el modelo socioeconómico europeo conjuga la libertad política, el progreso económico y la cohesión social, que es lo que los ciudadanos reclaman, basado en instituciones democráticas sólidas, una economía social de mercado, el respeto a las minorías políticas y una fuerte redistribución fiscal para luchar contra las desigualdades. La integración europea ha permitido construir la unidad respetando las diferencias, como también pretende hacer Chile.
Nuestro interés por el futuro de Chile también tiene una dimensión geopolítica, en el contexto de la necesidad de reforzar las relaciones de la UE con América Latina y el Caribe. No me cansaré de repetir que nuestra relación birregional, UE-LAC, sigue estando por debajo de su enorme potencial. Compartimos estrechos lazos, historia, cultura, una visión común sobre la organización de nuestras sociedades y economías, y cómo entendemos que debe ser el orden internacional. No subestimemos el potencial de nuestra fuerza política: juntos, los paises UE+LAC representamos casi un tercio de los votos en las Naciones Unidas.
La reciente incorporación de Chile al Grupo International de Contacto sobre Venezuela es igualmente una muy buena noticia ya que servirá para incrementar los contactos con socios regionales y sumar esfuerzos para ayudar a los venezolanos a restaurar la democracia y el orden constitucional.
En las relaciones UE-LAC, Chile es una pieza clave y el refuerzo de su institucionalidad democrática será un elemento muy positivo para esa relación. Reitero mi confianza en que el proceso constituyente permitirá reforzar los lazos que nos unen y el protagonismo de Chile en el nuevo mundo que emergerá de esta pandemia.