Cómo la COVID-19 está remodelando el mundo
«El futuro del papel de Europa en el mundo depende de nuestra capacidad para luchar con éxito contra esta crisis, tanto en el interior como en el exterior.»
La COVID-19 ha llevado al mundo a la mayor y peor crisis económica global desde la Segunda Guerra Mundial. Las economías avanzadas, y en particular Europa, se están viendo muy afectadas, pero también muchas economías en desarrollo y emergentes están atravesando momentos muy difíciles. Se corre el riesgo de que el mundo se vuelva aún más desigual y la reducción de la pobreza sufra un importante revés.
«Muchas economías en desarrollo y emergentes están atravesando momentos muy difíciles. Se corre el riesgo de que el mundo se vuelva aún más desigual y la reducción de la pobreza sufra un importante revés.»
China fue el origen de la epidemia, pero también el primer país en contener la COVID-19. Según la OCDE (enlace externo), se prevé que China sea la única economía del G-20 que no caiga en recesión este año. No obstante, su tasa de crecimiento será la más baja desde 1976, al término de la era maoísta.
Este éxito relativo es el germen de la confianza cada vez mayor de que dan muestras los dirigentes chinos. Sin embargo, el autoritarismo reforzado está cada vez más en contradicción con la evolución de la sociedad china, no solo en Hong Kong. La concentración del poder en manos del Presidente Xi Jinping pone en tela de juicio el sistema de contrapoderes en el grupo gobernante que ha permitido a China emerger con éxito en los últimos 40 años. La economía china también se ve profundamente afectada por la guerra comercial con los Estados Unidos. En particular, no es seguro que pueda mantener su trayectoria de alta tecnología sin acceso a la tecnología estadounidense.
Es probable que China deje de librarse de las crisis financieras.
China había acumulado una gran cantidad de deuda pública y privada durante la última década, y su endeudamiento ha aumentado enormemente con la crisis actual. En el futuro, puede que China no se libre de las crisis financieras que sacuden periódicamente las economías occidentales.
Por último, China también se enfrenta a un envejecimiento de su población, un formidable desafío para un país que aún carece de un sistema de seguridad social desarrollado. Además, tendrá que hacer frente a los daños medioambientales que se han ido acumulando a lo largo de los años, agravados por el cambio climático, que probablemente será muy negativo para China.
Japón y Corea han controlado bien la epidemia hasta ahora. Sin embargo, se prevé que entren en recesión este año, debido al descenso de las exportaciones y a la interrupción de las cadenas de suministro. En Japón, la deuda pública debe aproximarse al 250% del PIB, el nivel más alto de las economías desarrolladas.
India y Asia meridional se ven gravemente afectadas.
Asia Meridional está gravemente dañada. La India ha aplicado el confinamiento más drástico del mundo. Su levantamiento ha provocado un rebrote de la epidemia y el número de muertes supera ahora las 100 000, aunque, en proporción a su población, la mortalidad sigue siendo limitada.
En el plano económico, se prevé que la India sea uno de los países del G-20 más afectados, con un descenso del PIB del 10,2% este año: el impacto del confinamiento estricto no puede compensarse, como ha ocurrido en Europa, con un aumento masivo del gasto público.
«La COVID-19 amenaza con provocar un aumento masivo de la pobreza: en algunas partes del mundo, es probable que la pandemia cause más muertes por hambre que por la propia enfermedad. »
Invirtiendo la tendencias de los últimos años, la COVID-19 amenaza con provocar un aumento masivo de la pobreza: en algunas partes del mundo, es probable que las limitaciones impuestas por la pandemia se relacionen con más muertes por hambre que por la propia enfermedad.
Según el Banco Mundial (enlace externo), unos 50 millones de personas en Asia meridional caerán por debajo del umbral de 1,9 USD al día, que define la pobreza extrema. El parón económico en Asia Meridional acentuará las tensiones que entre la India y otros países de la región.
La economía de Estados Unidos está menos afectada que la europea
Volviendo al mundo desarrollado, Estados Unidos tiene en la actualidad el número más alto de víctimas de la COVID-19. Su tasa de mortalidad es superior a la de la Unión Europea. A pesar de ello, se prevé que la economía estadounidense disminuya significativamente menos que la europea este año, con una caída del PIB del 3,8% (frente al 7,9% de la zona del euro).
Aunque la respuesta sanitaria estadounidense ha sido muy deficiente, su respuesta económica ha sido vigorosa, con un déficit público del 16,8% del PIB (frente al 10,9% en Europa). La crisis también ha reforzado aún más la posición dominante de la industria digital estadounidense.
«En Estados Unidos, es probable que los efectos de esta crisis sean más duraderos que en las anteriores y la confianza en el dólar y en la deuda estadounidense podría resentirse.»
Sin embargo, es probable que los efectos de esta crisis sean más duraderos que en las anteriores y la confianza en el dólar y en la deuda estadounidense podría resentirse. Estas dificultades están agudizando las tensiones internas, que pueden convertirse en la principal debilidad de los Estados Unidos.
Independientemente de quién gane las elecciones estadounidenses, es probable que persistan las tendencias subyacentes Tanto la rivalidad con China como el creciente repliegue hacia los asuntos internos. Es asimismo probable que la mala gestión de la epidemia haya acelerado el declive del liderazgo estadounidense.
América Latina, el nuevo epicentro de la pandemia
Más al sur, con 11 de los 20 países más afectados, América Latina se convirtió este verano en el epicentro de la epidemia. De los países del G-20, México, Argentina y Brasil también se encuentran entre los más afectados económicamente.
Brasil, en particular, ha aumentado su déficit público hasta el 15,1% del PIB, el nivel más alto del G-20 después de Estados Unidos. Del mismo modo, Argentina ha tenido que cancelar su deuda por tercera vez en 18 años. También en este caso, la COVID-19 está agravando las tensiones sociales.
África, por su parte, ha escapado hasta ahora a las terribles predicciones sobre los aspectos sanitarios de la pandemia. La juventud de su población la ha protegido, pero también su gestión de la COVID-19, extrayendo enseñanzas de la pandemia de Ébola. No obstante, su economía está gravemente afectada. África sufre los efectos de las medidas sanitarias, en particular en la agricultura, la caída de las exportaciones de materias primas, el hundimiento del turismo y la disminución de las remesas de los emigrantes.
La primera recesión en el África subsahariana desde hace 25 años
El Fondo Monetario Internacional prevé una recesión del 3% en el África subsahariana, la primera en 25 años. Se prevé que Sudáfrica sea el país más afectado del G20 en 2020. Como consecuencia de ello, 30 millones de africanos engrosarán las filas de los pobres que ganan menos de 1,9 USD al día.
En este contexto, Europa es una de las regiones más afectadas del mundo, tanto en términos de salud como de economía. Se prevé que la disminución del PIB sea el doble que la de Estados Unidos. Una depresión también más profunda que en Japón o Corea, por no mencionar a China.
En Europa, la pandemia está lejos de haber finalizado
A lo largo del verano pasado creímos a menudo que la pandemia estaba casi superada en Europa, pero ahora vemos que estamos muy lejos de que así sea. Los recursos son limitados y existe un delicado equilibrio entre las restricciones sanitarias y sus efectos en la actividad económica. Esto genera tensiones políticas entre los distintos niveles de gobierno y la coordinación europea es más necesaria que nunca.
«La crisis ha puesto de manifiesto hasta qué punto Europa depende de China debido a la desindustrialización, y de Estados Unidos en la economía digital.»
En una primera fase, el trabajo a corto plazo ayudó a preservar los puestos de trabajo y los ingresos de la mayoría de los europeos. Sin embargo, esto no resuelve el problema de los ajustes estructurales en sectores que probablemente nunca volverán a la situación anterior a la crisis. La crisis también ha puesto de manifiesto el grado de dependencia de Europa con respecto a China debido a la desindustrialización, y el retraso con respecto a Estados Unidos en la economía digital, que será aún más crucial después de la crisis. La disminución del PIB en Europa también va acompañada de fuertes disparidades internas.
Por todas estas razones, es fundamental que «todos acudamos» a reactivar nuestra economía. El pasado mes de julio, el Consejo aprobó el plan Next Generation EU y ahora debemos ponerlo en práctica sin demora. Con los cientos de miles de millones previstos, debemos preparar a nuestras sociedades para la transición ecológica y la revolución digital, limitando al mismo tiempo las brechas internas mediante transferencias a los países más afectados.
«Con el plan Next Generation EU, es preciso que «todos acudamos» a la transición ecológica y la revolución digital, limitando al mismo tiempo las brechas internas mediante transferencias a los países más afectados.»
No obstante, a pesar de todas nuestras dificultades internas, también debemos intensificar nuestros esfuerzos para apoyar a los países en desarrollo y emergentes. Debemos ayudar en primer lugar a nuestros socios en el ámbito de la salud porque, mientras el virus permanezca en algún lugar, todos seguiremos siendo vulnerables. La cuestión, en particular, de la disponibilidad de vacunas para los países en desarrollo es fundamental y la razón por lo que estamos firmemente comprometidos con la iniciativa COVAX.
La necesidad de apoyar a los países en desarrollo y emergentes
también desde el punto de vista económico. Los países del G-20 han prorrogado esta semana seis meses en 2021 la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI), emprendida en primavera para ayudar a 73 países. Sin embargo, es obvio que no es suficiente: el devastador impacto de la COVID-19 volvió a incluir la reestructuración de la deuda en el orden del día de los ministros de Hacienda del G7 el pasado mes de septiembre. Presionaremos en ese sentido para sumar a todos los actores pertinentes, y en particular a China.
«Estoy profundamente convencido de que el futuro del papel de Europa en el mundo dependerá de nuestra capacidad para liderar con éxito la lucha contra esta crisis, tanto en el interior como en el exterior.»
La capacidad de aumentar nuestra ayuda a los países en desarrollo resulta especialmente pertinente en el caso de África, que reviste una importancia estratégica para nuestro futuro. Uno de los dirigentes africanos me dijo a principios de este año: «Dijiste que querías ser nuestro mejor socio, ahora puedes demostrarlo».
Estoy profundamente convencido de que el futuro del papel de Europa en el mundo dependerá de nuestra capacidad para liderar con éxito la lucha contra esta crisis, tanto en el interior como en el exterior.
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