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¿Cómo se plantea el futuro de la defensa europea?

07/05/2021 - Blog del AR/VP - Resultó muy oportuno que debatiéramos con los ministros de Defensa de la UE formas concretas de que la UE haga más cosas, de manera más eficiente y más rápido cuando estalla una crisis tan solo una semana después de mi visita al Sahel, donde la UE está actuando seriamente para responder a una de las crisis actuales más importantes en materia de seguridad y gobernanza.

«En lo que respecta a la seguridad y la defensa de la UE, estamos trabajando para hacer más cosas, de manera más eficiente y más rápido».

 

 

El 6 de mayo, los ministros de Defensa de la UE debatieron los próximos pasos para reforzar el papel de la UE como actor en materia de seguridad en todos los frentes. He escrito anteriormente en este blog sobre las operaciones y misiones de la UE, las diversas iniciativas en materia de defensa, incluida la brújula estratégica, para guiar nuestras acciones futuras y reforzar nuestras capacidades y nuestra influencia, así como sobre nuestras asociaciones con la OTAN, las Naciones Unidas y otros (enlaces aquí y aquí). Ayer presenté a los ministros una serie de propuestas muy concretas para hacer más eficaz la intervención operativa de la UE, basándome también en ideas aportadas por los propios Estados miembros. Estas propuestas se articulan en torno a tres líneas de actuación principales:

«Tenemos que asegurarnos de que nuestras misiones y operaciones de la PCSD cuentan con el personal y los medios necesarios para alcanzar sus objetivos».

En primer lugar, la Unión Europea debe tomar decisiones más rápidamente y asegurarse de que nuestras misiones y operaciones cuentan con los medios necesarios para marcar la diferencia sobre el terreno. Tenemos que asegurarnos de que nuestras misiones y operaciones de la PCSD cuentan con el personal necesario para alcanzar sus objetivos. Junto con los ministros de Defensa, he debatido diversos incentivos que podrían ayudar a que los Estados miembros contribuyeran en mayor medida a las misiones y operaciones de la UE.

En último término, se trata también del reparto de la carga. Por eso he insistido en la importancia de desarrollar procedimientos y objetivos mensurables que puedan estimular este reparto de la carga. Obviamente, se trata de un tema delicado y habrá que seguir debatiendo, pero estoy convencido de que necesitamos más solidaridad entre los Estados miembros en muchos ámbitos políticos de la UE, y también para nuestras misiones y operaciones de la PCSD. Después de todo, estas misiones y operaciones no solo contribuyen a consolidar la paz y la estabilidad en el exterior, también mejoran la seguridad de la UE y de sus ciudadanos. Si los europeos se benefician, es razonable que todos contribuyan equitativamente.

En segundo lugar, necesitamos más flexibilidad. Un buen ejemplo de ello es el trabajo que hacemos en relación con las llamadas «Presencias Marítimas Coordinadas», en las que los Estados miembros de la UE intercambian información recopilada por los medios navales nacionales. Nuestro actual proyecto piloto en el Golfo de Guinea podría ampliarse, y el mismo concepto podría utilizarse en la región indopacífica, por ejemplo.

A menudo vemos que las operaciones militares adoptan modalidades ad hoc, fuera de los marcos multinacionales, por ejemplo la fuerza especial Takuba en el Sahel o la operación Agenor en el estrecho de Ormuz. A corto plazo, podríamos mejorar la coordinación y la cooperación entre nuestras misiones y operaciones de la PCSD y estas coaliciones europeas ad hoc. Ambas se beneficiarían del intercambio de apoyo logístico y médico, la realización de ejercicios comunes y el intercambio de información. En términos más generales, deberíamos aprender de estos esfuerzos fructíferos y permitir que grupos más pequeños de Estados miembros lleven a cabo misiones y operaciones bajo la égida de la UE.

En tercer lugar, tenemos que estar preparados para desplegar nuestras misiones y operaciones más rápidamente en diferentes partes del mundo. Para ello es necesario contar con personal formado y equipado que esté disponible cuando sea necesario, y disponer de capacidades de planificación y de estructuras de mando y control más sólidas a escala de la UE.

«También hemos debatido la idea de una “fuerza de entrada inicial” de la UE que podría desplegarse rápidamente en la fase inicial de una crisis».

Conjuntamente con los ministros de Defensa, hemos debatido la forma en que el trabajo en relación con la brújula estratégica podría servir de orientación para los tipos de crisis para las que deben prepararse los ejércitos. Por ejemplo, para impedir una toma de control hostil de un gobierno legítimo, o reaccionar cuando se ponga en peligro la seguridad de las vías navegables de carácter marítimo. También hemos debatido la idea de una «fuerza de entrada inicial» de la UE que podría desplegarse rápidamente en la fase inicial de una crisis. Esta fuerza estaría compuesta por aproximadamente 5 000 militares (fuerzas terrestres combinadas con componentes aéreos y navales en caso necesario). El grupo de combate de la UE, una fuerza rotatoria por periodos de seis meses compuesta por 2 500 miembros dispuesta a intervenir en favor de la UE, podría ser el núcleo de dicha fuerza.

No se trata de conceptos abstractos, sino de propuestas muy concretas que pueden tener efectos sobre el terreno en tiempos de crisis. Por supuesto, en esta fase solo se trata de ideas y no subestimo las dificultades para ponerlas en práctica. Pero creo que es el momento de poner todas las ideas sobre la mesa y debatirlas. Si queremos marcar la diferencia y elevar el nivel de la UE como garante de la seguridad, no debemos tener miedo a debatir estas ideas. Evidentemente, corresponderá a los Estados miembros definir en última instancia el límite de nuestra ambición.

Estas líneas de trabajo están estrechamente relacionadas también con otras dimensiones de la brújula (capacidades, resiliencia y asociaciones) que los ministros debatirán en detalle en las próximas semanas.

Y, a medida que proseguimos estos debates prospectivos, también estamos haciendo progresos importantes en otros frentes:

he informado a los ministros de Defensa sobre el curso que hemos dado a la solicitud de ayuda de la UE presentada por Mozambique para ayudar a abordar la crisis de seguridad y la amenaza terrorista en Cabo Delgado. Se está trabajando en una posible misión de formación de la UE, que espero que se ponga en marcha lo antes posible.

Los ministros también han adoptado tres Decisiones del Consejo que permitirán a los Estados Unidos, Canadá y Noruega —tres socios clave de la UE y aliados en la OTAN— participar en el proyecto de Cooperación Estructurada Permanente (CEP) sobre movilidad militar, aportando al proyecto valiosos conocimientos y mejores prácticas en materia de movimientos militares. Es la primera vez que el Consejo decide sobre la participación de terceros Estados en un proyecto de la CEP, tras haber establecido las condiciones generales y los procedimientos conexos el pasado mes de noviembre. Esta participación contribuirá a reforzar la cooperación entre la UE y la OTAN en el ámbito de la movilidad militar.

En una sesión informal, debatimos nuestra cooperación con la OTAN en presencia de su secretario general. Nos centramos en las áreas geográficas de interés común, como los Balcanes Occidentales, Irak o el Mediterráneo central. También cambiamos impresiones sobre la situación en Afganistán y acordamos seguir coordinándonos en estas cuestiones.

«Los ministros debatieron el futuro del Satcen y su nivel de ambición, en un momento en el que la importancia de las imágenes geoespaciales en nuestra política de seguridad y defensa está creciendo rápidamente».

Por último, pero no por ello menos importante, hoy también he presidido la reunión del Consejo de Administración del Centro de Satélites de la Unión Europea (Satcen), la primera a nivel ministerial en los casi treinta años transcurridos desde la creación del Centro. El objetivo era que los ministros debatieran el futuro del Satcen y su nivel de ambición, en un momento en el que la importancia de las imágenes geoespaciales en nuestra política de seguridad y defensa está creciendo rápidamente.

Si algo ha demostrado la pandemia es el valor creciente de la inteligencia geoespacial. Cuando muchos sectores se enfrentaban a restricciones de la movilidad y se paralizó una parte importante de las operaciones terrestres, los satélites permanecieron en órbita, proporcionando inteligencia clave, por ejemplo, para la supervisión del embargo de armas de las Naciones Unidas a Libia y contribuyendo a luchar contra el contrabando de petróleo crudo y el tráfico de migrantes.

Los debates de hoy han reforzado mi convicción de que estamos avanzando adecuadamente en el refuerzo de la capacidad de la UE para abordar la gran variedad de retos a los que se enfrenta en materia de seguridad. Pero también tenemos que hacer más. La brújula estratégica ofrece la oportunidad de definir lo que queremos ser capaces de hacer como actor en materia de seguridad y defensa en los próximos diez o quince años. Debemos ser realistas y concretos, pero, al mismo tiempo, no debemos tener miedo de ser ambiciosos. La realidad es que debemos prepararnos para un mundo en el que están surgiendo nuevas amenazas a las que solo podemos hacer frente unidos.

https://twitter.com/JosepBorrellF/status/1390422318602756102

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