La generación de las cofradías
María Maura Jiménez no tuvo la oportunidad de ir a la escuela, ella cuenta que en sus tiempos “eso no era prioridad”, pero a temprana edad le delegaron la misión de mantener viva la guarda de la cofradía de la comunidad del barrio Chilapa, en Tacuba.
“Somos una comunidad muy creyente. Mis padres ya no están, pero me delegaron las tradiciones familiares, una de esas es la cofradía, que son reuniones de nuestra religión para conservar la fe católica. La misión que me dejó mi madre y mi abuelo es de mantenerla viva para preservar la fe de la comunidad”.
Ella afirma que en Tacuba y en El Salvador han ido desapareciendo las cofradías, y su misión es recaudar fondos para celebraciones religiosas o para ayudar a familias más necesitadas y contribuir a fortalecer la fe católica.
“Manteniendo las tradiciones podemos evitar la migración; pero también es necesario trabajar la tierra, sembrar, con el fin de generar empleo para que las familias tengan ingresos estables y no se vayan a buscarlo en otros lugares”, explica María Maura.
Su familia, conformada por sus 4 hijos y 3 hijas, ha sembrado siempre maíz negrito, frijol y arroz, todo para consumo familiar y cultivado de forma orgánica, pues, como ella misma dice “es la forma de cultivar de nuestros ancestros, sin químicos, sin nada que dañe a la tierra que nos da de comer, ni a nosotros”.
María Maura tiene 20 años de estar a cargo de la cofradía, considera que es el legado que ella le va a dejar ahora a sus hijos y que ha pasado desde hace cuatro generaciones en su familia, “es historia viva que se sostiene ahora conmigo”, afirma, y que forma parte también del legado de los abuelos de la comunidad.