El Embajador de la Unión Europea en Colombia, Gilles Bertrand, dio el discurso inaugural del Feria del Libro de la ciudad de Manizales - 26 de agosto de 2024
Estimadas y estimados asistentes:
Es un honor para mí estar por primera vez, en representación de la Unión Europea y de sus 27 países miembros. en la Feria del Libro de la ciudad de Manizales, que con el paso de los años se ha posicionado a nivel nacional y latinoamericano como una importante plataforma para construir sociedad a través de la cultura. Es aún más inspirador participar en esta decimoquinta edición, que nos invita a medita rsobre “El misterio verde. Las letras que nos habitan”, y celebra el centenario de la obra maestra de José Eustasio Rivera, “La Vorágine”, que inspiró la polifonía de la Orquesta Sinfónica que escucharemos a continuación.
También es un símbolo potente de los innumerables lazos culturales que unen a Colombia y Europa, celebrando esta Feria del Libro dedicada a la naturaleza en la Universidad de Caldas, una de las obras más destacadas del arquitecto colombiano de origen francés, Rogelio Salmona. Un proyecto en el que combinó la modernidad con la maravillosa topografía montañosa de Manizales, los elementos que hacen referencia a la arquitectura precolombina y colonial, la presencia del entorno natural en medio de lo urbano.
“La Vorágine” nos sumerge en la belleza y la riqueza de la Amazonía, selva, río y océano verde a la vez, donde sus protagonistas se encuentran y, más importantemente, se pierden. Sus paisajes exuberantes, su diversidad, una riqueza de especies de fauna y flora incomparable, y también un ecosistema sumamente frágil, amenazado por el cambio climático y por las acciones del hombre, a muy pocos años del punto de no-retorno después del cual empezará a autodestruirse.
Rivera describe la naturaleza como una fuerza poderosa, a menudo hostil, que consume a los personajes. La destrucción de la selva y de los seres humanos, a causa de la explotación del caucho, es un tema central. El panorama ha cambiado, el boom del caucho se fue tan rápidamente como llegó, pero lo siguieron otros: la gran colonización de los Llanos, de los “hombres sin tierra” “tumbando monte”, la minería ilegal, que afecta cada uno de los ríos más remotos de la Amazonía, las rutas del narcotráfico por todos los grandes ríos de la selva colombiana, el Putumayo y el Caquetá en particular. Y el imperativo de detener la deforestación, de preservar el Chiribiquete y los otros tesoros naturales de la región, de restaurar y reforestar los ecosistemas afectados.
La Unión Europea y sus Estados miembros hemos sido aliados de Colombia desde hace mucho tiempo en esta gran tarea de preservación de la Amazonía. Hemos promovido juntos el Pacto de Leticia, acciones que vinculan a las comunidades, para convertirlas en guardianes de los ecosistemas, la reconexión de los esfuerzos de conservación estatales con las comunidades indígenas amazónicas y sus saberes ancestrales, la promoción de negocios verdes y de prácticas que permiten convivir con la naturaleza, de hecho vivir mejor conservándola en lugar de destruirla. Con Parques Nacionales Naturales, el Instituto Sinchi, las organizaciones indígenas y muchos otros, hemos desarrollado una visión de la conservación con la gente, y seguimos convencidos de que es la única vía que se ofrece a la humanidad.
Con mis compañeros y compañeras Embajadores de los países miembros, solemos celebrar el 9 de mayo, el Día de Europa, fuera de Bogotá; en territorios que constituyen la razón de ser de nuestro trabajo con Colombia. Es suficiente comentarles donde hemos organizado las tres últimas ediciones: el Amazonas, Guaviare y Caquetá, para confirmarles mi mensaje: Europa está con la Amazonía y está al lado de sus comunidades y de sus esfuerzos para conservarla. También lanzamos en junio un proyecto por más de 47.000 millones de pesos para apoyar al Ministerio de Ambiente, para lograr sus metas de conservación y reforestación de los bosques. Y estamos trabajando de la mano con el país para preparar la COP16, y lograr una intensificación de los esfuerzos nacionales para cumplir el Marco Global de Biodiversidad que se acordó en la edición anterior, en Kunming-Montreal.
La Vorágine condensa mucho de lo que es la esencia de Colombia: desde sus paisajes exuberantes hasta los múltiples desafíos que enfrenta, en particular la violencia y las injusticias sociales. Han pasado 100 años desde que se publicó, pero de cierta forma los desafíos se mantienen y, hoy más que nunca, nuestro compromiso es inquebrantable: trabajamos con Colombia para promover la reconciliación, consolidar la paz en los territorios, reconstruir el tejido social del país. El apoyo a la implementación del Acuerdo de Paz de 2016, a través del Fondo Europeo para la Paz, se centró también en estos territorios. Nuestro trabajo de acompañamiento de los procesos de paz urbana en Buenaventura y en Quibdó, así como nuestra presencia en muchos de los procesos de diálogo que se han abierto en los últimos años: Alemania, España y Suecia con el ELN, Irlanda y la Unión Europea con el Estado Mayor, Países Bajos con el Frente Comuneros del Sur.
Y también en estos procesos, volvemos a los territorios remotos del país y a la paz con la naturaleza. Cada visita de alto nivel al país es una oportunidad de trabajar de la mano con las comunidades más apartadas del país y sus proyectos de paz y de conservación ambiental. Nuestro Enviado Especial para la Paz, Adrianus Koetsenruijter, estaba en el país la semana pasada, y viajamos juntos al Magdalena Medio y al Pato-Balsillas, primera Zona de Reserva Campesina del país, en la punta norte del Caquetá. Dos regiones que viven una recrudescencia de la presencia de grupos armados. Así como en La Vorágine, donde la naturaleza y la fragilidad humana están intrínsecamente vinculadas, la convivencia entre la preservación del medioambiente y la búsqueda permanente de la paz deben ir de la mano. Ambas son fundamentales para alcanzar un futuro sostenible y justo.
Quisiera concluir agradeciéndoles la invitación y saludando la presencia de muchas y muchos jóvenes en esta inauguración. En su labor de paz y de medioambiente, la Unión Europea considera la juventud colombiana como su aliada estratégica. Inauguramos dos semanas atrás, con la Vicepresidenta de la República, la primera mesa de cooperación internacional de juventudes de la región, y nos honra presidirla en sus dos primeros años. Son ellos la generación de la no repetición del conflicto, y son ellos la generación que debe lograr la convivencia de nuestra especie con la naturaleza. Heredan un mundo de muchas complejidades y de muchas oportunidades, y heredan un país con un potencial inmenso. Heredan la violencia y la belleza de la Vorágine. La inmensa riqueza natural, humana y cultural de este maravilloso país. Llevan con ellos las letras que nos habitan, y posiblemente las más bellas entre ellas: las que quedan por escribir.
Muchas gracias por su atención.